50 aniversario de relaciones diplomáticas Unión Europea-China: se hace camino al andar

Es un hecho que las relaciones diplomáticas entre la Unión Europea y China han sido beneficiosas para ambos durante todo este tiempo. Debemos recordad que tanto China como los países de las entonces Comunidades europeas tuvieron que someterse durante décadas a un periodo de reconstrucción como consecuencia de los conflictos acontecidos en el S. XX.

En 1975 se daban dos factores importantes: por un lado, la Comunidad Económica Europea se había consolidado (ampliando el número de estados iniciales y con varios negociando su adhesión). Por su parte, China mostraba signos de un cambio en su política internacional, algo que se materializaría con las políticas del presidente Deng Xiaoping.

Comenzaba de este modo una relación principalmente de carácter comercial. Una primera fase en la relación en la que China, en su proceso de reforma y apertura, vio en la UE un socio clave para modernizar su economía, mientras que, la actual Unión Europea promovía el multilateralismo y el desarrollo sostenible, siendo consciente de que en poco tiempo China sería uno de los principales actores globales. Esto llevo a que la Unión Europea apoyase la integración de China en las organizaciones internacionales existentes, lo que culmina con el ingreso de China en la Organización Mundial de Comercio en 2001. 

Ya en el S. XXI la relación iba a evolucionar y se centraría en profundizar en la cooperación global (sin cesar en las relacione comerciales).  Tras la entrada de China en la OMC la relación se expandió a áreas como las políticas para combatir el cambio climático, las cuestiones de energía y la inversión en nuevas tecnologías. Tanto China como la Unión Europea han coincidido desde entonces en la importancia de defender un sistema global multilateral, que consiste tanto en el uso de las organizaciones internacionales como foro de encuentro y discusión (principalmente en al ámbito de las Naciones Unidas) como en el cumplimiento de los acuerdos internacionales como los Acuerdos de París (2015).

No obstante, fruto de las relaciones surgieron tensiones que fueron desde aspectos de la competencia económica y acceso recíproco a mercados hasta las dificultades en la comprensión de las estructuras internas y sociales de cada una de las partes.

En esta última década, tanto China como la Unión Europea han tenido que lidiar con crisis internas propias como con crisis internacionales que les han afectado directamente (siendo la crisis sanitaria de la COVID-19 o la invasión de Ucrania por parte de Rusia las más significativas, a las que habría que sumar la reciente guerra arancelaria de los Estados Unidos en lo que llevamos del segundo mandato del presidente Donald Trump)

Hoy en día, China es el segundo socio comercial de la UE (muy seguido del primero, los EE. UU). Es el tercer socio en exportaciones (teniendo en cuenta que el segundo es el Reino Unido, algo lógico tras su salida de la Unión Europea), siendo China el principal socio en importaciones. Ahora bien, hay una gran descompensación entre exportación desde la UE (no llega al 10% del total) y las importaciones (un 21%).

Esto tiene que hacernos reflexionar sobre algunos de los errores que hemos cometido recientemente:

El primero de ellos, sería dejar morir (o cuanto menos bloquear) el acuerdo de inversiones que durante más de veinte años se negocio entre ambas partes y sobre el que ya había un texto final que debía ser sometido a aprobación por parte del Parlamento Europeo. Una serie acontecimientos de índole diplomático enquistaron lo que iba a suponer un salto en las relaciones bilaterales y que sería sumamente beneficioso para ambas partes.

En segundo lugar, y quizás como consecuencia de lo primero, calificar a China como “rival sistémico”. Cuando China se ha integrado en las organizaciones internacionales y participa activamente en las mismas, no se entiende esta enmienda a la totalidad de sus actuaciones. Por supuesto que China es un competidor, pero también ha demostrado su compromiso con el cumplimiento de los acuerdos internacionales (manifestado también legítimamente sus preocupaciones cuando lo ha considerado oportuno).

Pero mientras que desde la Unión Europea en los últimos años nos hemos centrado más buscar las diferencias, China ha continuado con su política internacional tanto en el ámbito comercial (afianzado la Nueva Ruta de la Seda) y en el plano del multilateralismo (participando de la ONU y la OMC y apadrinando al denominado “Sur Global” con el foro de los BRICS+)

Todo esto hace que el encuentro de la celebración del 50 aniversario sea crucial. La Unión Europea, que es un referente en cuanto a regulación de los mercados digitales, la protección de datos personales o el uso de la inteligencia artificial (mientras que garantiza ser un espacio de seguridad jurídica y de garantías), sigue siendo un actor puede entenderse con China. Los lazos culturales y el trabajo de conocimiento entre civilizaciones que se ha llevado a cabo en los últimos 50 años deben servirnos como base para entendernos en la construcción de un mundo multipolar, en el que la competencia es una realidad, pero que podemos estructurarla en un entorno estable.

China busca un multilateralismo inclusivo, mientras que la Unión Europea, sin prescindir de sus valores, busca un orden basado en normas.  Ambas posturas son complementarias, y ambos actores coincidimos en buscar lo mejor para nuestros ciudadanos, coincidiendo en que necesariamente nuestro bienestar pasa por el bien común (con independencia del término que utilicemos cada uno, pero coincidimos en el concepto).

Parafraseando el poema del español Antonio Machado, “caminante, no hay camino, se hace camino al andar”. En la Unión Europea tenemos las herramientas institucionales para ello. China ha llevado a cabo reformas internas que necesitan su tiempo. Lo que es necesario por ambas partes es la voluntad de compartir el camino.

Por eso desde España, y desde la Unión Europea, debemos de ser conscientes de que aún hay mucho por hacer, pero que el camino no está definido, sino que tenemos que construirlo conjuntamente, desde el conocimiento, la comprensión y la sana competencia sin renunciar a la colaboración estratégica.

Javier Porras Belarra

Patrono de la Fundación Cátedra China Doctor en Estudios Europeos. Profesor de Derecho de la UE, Derecho Internacional Público y Relaciones Internacionales en la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED)