El inicio de la andadura
Durante el pasado mes de septiembre tuve el honor y la afortunada oportunidad de participar como delegada de España en el Programa de Visitas para Jóvenes Sinólogos 2025 en Gansu, China. Gracias al apoyo de Fundación Cátedra China, fui seleccionada por la Embajada de la República Popular China en España para formar parte de un grupo de 25 sinólogos provenientes de 23 países diferentes, todos nosotros con muy diversos enfoques y conocimientos sobre China en nuestras mochilas. El programa fue organizado por la Oficina de Intercambio Internacional y Cooperación del Ministerio de Cultura y Turismo de la República Popular China, la Red de Entidades Culturales Internacionales, el Departamento Provincial de Cultura y Turismo de Gansu, la Oficina de Reliquias Culturales de la Provincia de Gansu y el Museo Jiandu de Gansu, con el apoyo de la Universidad de Lanzhou, la Academia de Dunhuang, el Museo Provincial de Gansu y el Instituto Provincial de Reliquias Culturales y Arqueología de Gansu.

Esta experiencia no solo ha dotado de una nueva profundidad mis conocimientos sobre la Ruta de la Seda, entendida como flujo de intercambio cultural y comercial entre comunidades a lo largo de la historia, sino que también ha agudizado mi pasión por la cultura china, mi admiración por el rápido desarrollo del gigante asiático a lo largo de los años y sus esfuerzos actuales por preservar su patrimonio cultural, en este caso en lo que respecta a la provincia de Gansu, crucial puerta de entrada hacia China en la Ruta de la Seda.
En la ceremonia de apertura del programa fui invitada a hablar en primera persona sobre mi historia y motivaciones como sinóloga, comentando que mi pasión por este campo de estudio me ha llevado a albergar un especial interés no solo por la lengua china, sino también por el desarrollo de las relaciones internacionales chinas y por su proyección exterior, en particular en lo que concierne a la Iniciativa de la Franja y la Ruta (IFR) en chino 一带一路 (Yī Dài Yī Lù). Por ello, el Programa de Visitas para Jóvenes Sinólogos me ha permitido conocer más de cerca el papel de la antigua Ruta de la Seda en tanto que base histórica y narrativa para la nueva IFR.

El sistema postal de la Ruta de la Seda
Durante el programa, gracias a las conferencias y museos a los que asistimos, pudimos volver sobre las huellas de la Ruta de la Seda a través de sus principales puntos de interés por el Corredor de Hexi. Partimos de Lanzhou y realizamos paradas en las ciudades de Wuwei, Zhangye, Jiayuguan y Guazhou, hasta llegar a Dunhuang (“el faro ardiente”).
Aprendimos que, a través de este camino, alrededor del 111 a.C. el gobierno de los Han Occidentales (202 a.C – 9 d.C.) estableció cuatro comandancias a lo largo del Corredor de Hexi, siendo estas Jiuquan, Wuwei, Zhangye y Dunhuang. Estas comandancias funcionaban como líneas militares de defensa y como rutas de transporte y suministro. En el caso de Dunhuang, la dinastía Han (202 a.C – 220 d.C.) creó los pasos de Yang y Yumen al norte y sur de la Comandancia, como puertas que controlaban el acceso hacia las regiones occidentales.
Esta expansión hacia el Oeste y el establecimiento de la Ruta de la Seda fueron posibles gracias a las misiones de Zhang Qian, cerca del 138 a.C. Este explorador fue enviado desde Chang’an a establecer contactos con otros pueblos de las estepas, pero fue interceptado por los Xiongnu y pasó más de una década hasta que pudo regresar al Imperio Han. Pese a fallar en su misión, trajo de vuelta algo mucho más valioso. Presenció cómo Asia Central estaba repleta de productos chinos como la seda, el acero o la cerámica, y cómo los Xiongnu comerciaban con ellos. A raíz de ello, se dedujo que, a través de una política de regalos bien orquestada, seguida de intercambios comerciales, los Han podían estrechar lazos con multitud de pueblos del Oeste. De esta manera, se lanzaron misiones adicionales a través de las cuales se fue expandiendo y consolidando la Ruta de la Seda.

A lo largo de la ruta y distribuidas a intervalos regulares, la dinastía Han contaba con las denominadas 置 (zhì), antiguas estaciones de correo postal para envío de documentos oficiales. Estas servían el fin de prestar apoyo durante los viajes, al proveer alimento, caballos de relevo (传马, zhuàn mǎ), carruajes (传车 zhuàn chē) y hospedaje (传舍, zhuàn shè) en el camino. Este tipo de alojamiento contenía artículos cotidianos esenciales, instalaciones para el aseo y camas, todo preparado para la llegada de funcionarios de alto rango. Quienes buscaran alojarse o utilizar carruajes habían de presentar sus permisos de viaje para identificarse. Este sistema de estaciones de correo postal fue vital en la promulgación efectiva de decretos hacia regiones alejadas del poder central, así como en la recuperación de informes provenientes de las mismas, tratando de preservar la seguridad a lo largo de la ruta.
De entre las nueve estaciones postales bajo la administración de Dunhuang, la de Xuanquan es la más temprana y mejor conservada hasta la fecha. Gracias a las más de 18.000 tablillas de bambú y madera encontradas a finales de los 80 en el yacimiento, es una verdadera fuente de información de primera mano sobre los intercambios políticos, económicos y culturales entre el Imperio Han y las civilizaciones agrarias de la Llanura Central y las nómadas de las regiones occidentales. De esta manera, conocemos que la rígida jerarquía social de la dinastía Han se plasmaba en el sistema zhuanshi (传食供给, zhuàn shí gōng jǐ) en el que, dependiendo de la posición que ocuparan en el gobierno, los viajeros recibían determinados tipos o cantidades de comida. Los alimentos contemplaban grano, alimentos en conserva, verduras, especias, fruta, vinos, postres y carnes, en especial pollo.
En cuanto a los caballos, constituían una pieza fundamental en el transporte de correo y bienes a lo largo de la Ruta de la Seda, y no solo cubrían necesidades de intercambio postal, sino también de defensa y combate. La combinación de la cría de razas mejoradas y una alimentación a base de mijo, alfalfa y tallos de arroz silvestre, aumentaron las capacidades militares y de suministro de caballos a lo largo de la ruta. Además, las estaciones postales contaban con veterinarios para tratar a los animales o cuidar temporalmente del ganado. Las tablillas de bambú recogen un recuento de los caballos de las estaciones, pero también descripciones de las características de cada uno de ellos, dejando constancia de los nombres que cariñosamente se atribuyeron a muchos de estos animales, como Belleza Plena, Potador de Estrellas, Heredero del Dragón o Fuerza Milenaria.


La estación postal de Xuanquan fue paulatinamente abandonada a lo largo de la dinastía Song (960 – 1279) debido a la pérdida de territorios y de control sobre las regiones occidentales. Con el declive de la Ruta de la Seda por vía terrestre en las dinastías Ming (1368 – 1644) y Qing (1644 – 1912), este lugar no se llegó a revitalizar.
Gansu: punto de encuentro e intercambios
Durante el programa visitamos una amplia variedad de museos, que nos permitió conocer más de cerca la naturaleza de los intercambios en la Ruta de la Seda por la provincia de Gansu, tales como el Museo Provincial de Gansu, el Museo Jiandu de Gansu, el Instituto Provincial de Reliquias Culturales y Arqueología de Gansu, la Sala de Exposiciones de Patrimonio Cultural Inmaterial de Lanzhou, el Museo Tianqing o el Museo de la Ópera Qinqiang. A través de estas visitas pudimos ver de cerca famosas reliquias de la Ruta de la Seda, como el Caballo Volador de Gansu o la evolución de los motivos naturales de la cerámica pintada de las culturas neolíticas de Majiayao y Yangshao. Atendiendo a la mayor colección de tablillas de bambú y madera de la dinastía Han, conocimos las estructuras administrativas, militares y sociales instauradas a lo largo de la ruta, siendo estas tablillas testigos escritos de las primeras interacciones entre China y otras culturas de Asia Central.
Diplomacia y comercio
El comercio de bienes fue un elemento clave y detonador de las interacciones entre las regiones occidentales y los Han. Los registros escritos evidencian un flujo constante de productos en ambas direcciones, beneficioso para sendas partes. Entre dichos bienes destacaban la platería persa, la seda china o el vidrio romano, pero los lazos entre la dinastía Han y los reinos del Oeste como Loulan, Jingjue, Qule, Khotan, Yarkant, Shule, Yutou, Yuli o Quli dieron lugar a numerosos viajes de carácter diplomático.
Desde el Oeste hacia Han, los registros de las tablillas de bambú evidencian diversas misiones diplomáticas cargadas de tributos, como la proveniente en el 37 a.C. del Gran Yuezhi (nordeste del actual Afganistán), la del reino de Kangju en el 39 a.C., que llevaba camellos blancos como tributo, la del Rey de Zarin, una de las más tempranas en enviar leones, o los 3.000 caballos celestiales (caballos de Ferganá) enviados desde Dayuan tras la conquista de dicho reino por el Emperador Wu de Han, tras la cual, cada año durante más de 20 años, Dayuan enviaba a Han dos caballos celestiales como tributo.
Se registraron también caravanas de hasta 1074 personas provenientes de diferentes reinos, como el de Khotan, evidenciando que era una práctica común organizar viajes en grupo de manera sincronizada entre reinos aliados cercanos. Otros registros hablan de que en el 65 a.C. el matrimonio entre una princesa Han y el rey de Kucha derivó en la implementación en dicho reino de diversas instituciones y costumbres Han, con frecuentes intercambios entre ambos reinos. Un ejemplo adicional es el del viaje de dos enviados de los reinos de Shanshan (Loulan) y Moshan, en el año 18 a.C. Llegaron a Chang’an para rendir tributo y, en el camino de vuelta de 5 meses de duración, fueron escoltados por fuerzas Han y se valieron de los carruajes y casas de huéspedes anteriormente descritas, lo cual nos da una imagen del sistema estandarizado de recepción de enviados provenientes de las regiones occidentales.
En el caso de los viajes desde Han hacia el Oeste, eran comunes los llevados a cabo con objeto de pactar alianzas matrimoniales con otros reinos, existiendo una verdadera política en torno a ello. Pudimos conocer los registros acerca del viaje al reino de Wusun de Chang Hui, Marqués de Changluo, en el 61 a.C. para recibir los regalos por el compromiso de la princesa Liu Xiangfu de Han con un mandatario de Wusun. Xiangfu había aprendido previamente tanto el idioma como las costumbres de la región. Chang Hui, en su regreso y tras una gran recepción, viajó acompañado de más de 300 delegados de alto rango de la corte de Wusun, evidenciando la relevancia de esta misión y los deseos de mantener estrechos lazos entre ambos reinos.

La población de la Ruta de la Seda
Esta expansión hacia el Oeste dejó bajo el paraguas Han a numerosos grupos étnicos como los Xiongnu, los Qiang, Yuezhi y Wusun, todos dentro de la Comandancia de Dunhuang. La implementación de un sistema de registro y tributario sentó las bases para la gobernanza de las posteriores dinastías sobre la Llanura Central y la frontera noroeste. Además, las tablillas de bambú recogen algunas de las estrictas regulaciones legales establecidas y casos de castigos por violar la ley. Las estrechas interacciones entre viajeros y embajadores extranjeros en la Ruta de la Seda llevaron a que la dinastía Han creara agencias dedicadas a los asuntos exteriores y formara a intérpretes especializados conocidos como 译者 (yì zhě), los cuales eran destinados a prefecturas y condados a lo largo del Corredor de Hexi. La región se fue habitando, así pues, primeramente con militares y campesinos y, posteriormente, con población empobrecida de la Llanura Central y un flujo continuo de funcionarios e intelectuales exiliados.
La seguridad de esta frontera dependía de todo un sistema conformado por torres de vigilancia, la Gran Muralla y pasos fronterizos. En relación con ello, tuvimos la oportunidad de visitar el paso de Jiayu, la primera fortaleza fronteriza en el extremo occidental de la Gran Muralla de la dinastía Ming, además de las ruinas de la Gran Muralla de la dinastía Han de Yangguan, un puesto de defensa vital y puerta de entrada a la Ruta de la Seda, construido por el emperador Wu de la dinastía Han Occidental.
Las torres de vigilancia eran fortalezas de unos 3 metros de alto, construidas a lo largo del camino con el fin de detectar y avisar de cualquier posible amenaza utilizando el Sistema de Fuegos de Alarma. Este sistema se valía de hogueras, leña apilada y telas para emitir señales diurnas en cualquier condición meteorológica, y de antorchas de hierba atada para alertas nocturnas. Estas combinaciones y cantidades preestablecidas transmitían a través del fuego y el humo el número de enemigos, su dirección y los saqueos. Esto permitía informar rápidamente de la actividad enemiga al cuartel general, pudiendo dar una respuesta militar más rápida que a caballo. Las fuerzas ahí estacionadas se encargaban de activar estos sistemas de alarmas, proteger los cultivos, defender la región de ataques externos e inspeccionar a los viajeros y mercaderes de la Ruta de la Seda.
Una de las tablillas de bambú encontradas recoge el Manual de Rituales con Tambores de la Estación de Xuanquan, en el cual se detallan instrucciones para llevar a cabo las diversas señales acústicas de percusión, con el objetivo de anunciar de manera diferenciada cuestiones como la llegada de mensajeros, administradores adjuntos, asistentes, magistrados, comandantes u otros rangos de funcionarios: 25 para los enviados con registros, 15 para los que no llevaban registros, 6 para los administradores adjuntos y 3 para los funcionarios de menor rango.
Política agraria y desarrollo tecnológico
A lo largo de la Ruta de la Seda la dinastía Han desplegó una serie de granjas y tierras de cultivo, con el objetivo de asentar nueva población y abastecer las tropas desplegadas en la región. Estas se regían por las políticas agrarias del Imperio, en concreto en torno al Edicto de Ordenanzas Mensuales para las Cuatro Estaciones en Cincuenta Artículos. También seguían el calendario con ocho términos solares de la dinastía Han (inicio de la primavera, del verano, del otoño, del invierno; equinoccio de primavera, de otoño; solsticio de verano y de invierno).
Esta expansión hacia el Oeste resultó en un desarrollo agrario sin precedentes en la región de Dunhuang, implementando por ejemplo el sistema de rotación de cultivos, con el que cada mu de tierra (666.7 m²) producía el triple de lo habitual, o el arado de dos bueyes que, guiado por dos personas al frente y una desde detrás, tiraban de una sembradora (耧车lóu chē) arando, sembrando y cubriendo el suelo simultáneamente, aumentando la eficiencia del proceso.
Preocupación por la salud pública
La dinastía Han contaba con un sistema de salud que proveía cuidados y unos estándares sanitarios relativamente altos en las fronteras del noroeste, recorridas por la Ruta de la Seda. Este contemplaba el suministro de medicamentos y recetas específicas, un sistema de atención médica para funcionarios y guarniciones fronterizas, además de informes de enfermedades y registros de enfermos o fallecidos.
Debido a la constante situación de guerra en la frontera noroeste, las autoridades aseguraban la buena salud de las tropas a través de instalaciones médicas y un consistente aprovisionamiento de medicinas. Además, desde la corte Han se promulgaban decretos médicos y se enviaba personal sanitario imperial a estas regiones limítrofes, señal de que desde el gobierno central la salud de los soldados era muy tenida en cuenta. En la estación postal de Xuanquan se encontró uno de estos decretos inscrito en un muro, el cual hacía públicas distintas recetas médicas para tratar enfermedades o dolencias comunes como los derrames cerebrales, resfriados, el dolor de cabeza, obstrucciones intestinales o fiebre, permitiéndonos conocer más de cerca la realidad de las condiciones de salubridad.
Intercambios a nivel de pensamiento y religión
Pudimos observar de primera mano los vestigios de que, con la Ruta de la Seda, no solo se dieron intercambios a nivel comercial o poblacional, sino también de pensamiento y religión. Desde el Este se expandieron hacia la Llanura Central técnicas como la construcción de canales, la excavación de pozos, la producción de acero o tratamientos medicinales. Además, viajaron hacia el Oeste textos confucianos como las Analectas, El Clásico de la Piedad Filial o el Cangjiepian, así como manuales de aritmética de la dinastía Han. Hacia el Este provenientes del Oeste viajaron técnicas arquitectónicas, sistemas administrativos y algunos clásicos, pero tuvieron gran relevancia los textos budistas, siendo una tablilla de bambú encontrada en Xuanquan la evidencia material más temprana encontrada sobre la introducción del Budismo en China desde la Llanura Central. Los monjes budistas viajaron desde la India con sutras, ideas y enseñanzas budistas, así como con una serie de ideas artísticas y modos de representación que se filtraron en China a través de Dunhuang. De este modo, podemos ver un arte híbrido, con influencias indias, chinas y del cristianismo nestoriano de Bizancio, entre otras. Esto nos introduce en el contexto de fronteras, en el que se fusionan numerosos modos de representación artística.

Esta mezcla de creencias y estilos se plasma en la diversidad de templos y cuevas presentes en la provincia de Gansu, lugar donde se produjeron los primeros intercambios con la cultura Han, y desde donde estas ideas continuaron extendiéndose hacia el interior del Imperio. Ejemplos de ello que tuvimos la fortuna de visitar son el Templo del Gran Buda de Zhangye, el Templo de Fuxi en Tianshui, el Templo de Confucio en Wuwei, la Pagoda Blanca (Baita) de Lanzhou, las ruinas de Suoyang y el Templo de Ta’er en Guazhou, o el mercado nocturno en Bafang 13 Lane, en Linxia, en el cual encontramos ocho mezquitas y donde hay una fuerte presencia de población musulmana Hui.
La excavación de grutas budistas comenzó a darse en el Corredor de Hexi a finales del siglo IV d.C. y principios del V d.C. En nuestro viaje visitamos las Grutas de Matisi, unas más de 70 cuevas excavadas en torno al siglo V d.C., repletas de estatuas budistas, frescos, y templo cuyo nombre viene de la leyenda de que un caballo celestial dejó su huella en una roca, la cual se puede ver actualmente. Además de las 43 Cuevas de Yulin, en Guazhou, del mismo siglo que las anteriores, fuimos testigos de la belleza de las Cuevas de Mogao. Excavadas en el 366 d.C., y contando alrededor de 735 cuevas, fueron declaradas Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1987. Albergan arte budista de los siglos IV al XIV, asimilando la tradición artística china Han con antiguos estilos indio, turco y tibetano, entre otros. La Cueva de la Biblioteca, descubierta en 1990, abrió la puerta a una enorme fuente de información procedente de decenas de miles de manuscritos y reliquias, e impresiona la vista del gigante Buda Maitreya en la Cueva 96, construida durante la dinastía Tang y encargada por la emperatriz Wu Zetian.

Asimismo, visitamos las Grutas del Templo Bingling, incluidas en 2014 como Patrimonio de la Humanidad y excavadas en el siglo III d.C., contando con unos 183 altares, 694 estatuas de piedra, 82 de arcilla y extensos murales budistas. Las últimas grutas que visitamos fueron las de Maijishan, construidas en el siglo IV d.C., con continuas ampliaciones y reparaciones de la mano de más de diez dinastías posteriores. Encontramos 221 altares y 979 metros cuadrados de pinturas murales. Se conservan principalmente estatuas de arcilla, fuente de información sobre la conjunción de estilos artísticos, arquitectónicos y religiosos a lo largo del tiempo.
Una mirada hacia la actualidad: La Iniciativa de la Franja y la Ruta
En Dunhuang tuvimos el honor de asistir a la ceremonia inaugural de la VIII Exposición Cultural Internacional de la Ruta de la Seda (DICE, Dunhuang International Cultural Expo) 2025, bajo el tema “Fortalecer los intercambios culturales y promover el aprendizaje mutuo entre civilizaciones”. Actualmente este es el único evento en China con el objetivo de promover los intercambios culturales internacionales entre los países participantes en la IFR, buscando la cooperación y el desarrollo común. Desde su inauguración en 2016, se ha convertido en una importante plataforma para el fortalecimiento de los lazos entre los países a lo largo de la Nueva Ruta de la Seda, atrayendo a invitados de 50 países, regiones y organizaciones internacionales, y acogiendo una serie de actividades como el Foro de Dunhuang, exposiciones culturales, la promoción de inversiones y actuaciones teatrales, música y danza. Como punto en común entre las ideas expresadas por los ponentes de la ceremonia de apertura, se destacó la creciente influencia de China en todo el mundo, y tuvimos la oportunidad de conocer a delegaciones provenientes de muy diversos países, lo que puso de manifiesto el mantenimiento del carácter multicultural de la antigua Ruta de la Seda, en tanto que pilar narrativo, tanto de la VIII DICE como de la IFR.
A través de esta VIII DICE, la reafirmación de la presencia y la prosperidad de la antigua Ruta de la Seda, revelando las estrechas interacciones entre los Han y los pueblos del Oeste, pavimenta una base histórica para la asociación y los intercambios económicos y culturales en la IFR. La Ruta de la Seda supuso un trampolín hacia Asia Central, permitiendo a China tender puentes a través del continente. De manera similar, la IFR, pese a haber sido concebida en un primer momento como una estrategia de desarrollo de la diplomacia periférica china, centrada en mantener la estabilidad y los beneficios mutuos a través de la cooperación económica regional y la potenciación de la interconectividad de la infraestructura para su vecindad, actualmente supone también un proyecto de conectividad no solo euroasiática hacia Europa Occidental, sino también hacia África y América Latina.
Tras asistir a este evento, tuvimos la oportunidad de conversar acerca de estas cuestiones ligadas a la IFR con académicos y alumnos del Campus Yuzhong de la Universidad de Lanzhou, en un foro que puso sobre la mesa cuestiones como la proyección futura de la Iniciativa en diversas regiones, por ejemplo Nigeria o Europa del Este.
Huellas en la Ruta de la Seda: El encanto de lo cotidiano
En Nuestro recorrido por la antigua Ruta de la Seda, experimentamos de primera mano el vibrante legado multicultural que dejó este flujo de personas en la provincia de Gansu.
En Jiayuguan visitamos los murales de las tumbas Wei Jin. La identidad de la pareja enterrada continúa siendo desconocida, pero en las imágenes de las paredes se representan las actividades cotidianas y los pasos implicados en la preparación de un banquete. Desde la matacía de cerdos y el sacrificio de vacas, pasando por las antiguas técnicas de cocinado de la carne y llegando al disfrute del banquete en compañía de amigos. Los personajes que ocupaban un lugar más alto en la jerarquía social de la época aparecen dibujados a mayor tamaño que los que ocupaban un lugar más bajo, como los sirvientes. También pudimos apreciar escenas de caballos y camellos galopando por la Ruta de la Seda.
Una huella que ha dejado la Ruta de la Seda en la cotidianidad de la región es la técnica y preparación del plato típico de Lanzhou: los fideos de ternera o 兰州牛肉面 (Lánzhōu niúròu miàn). Presenciamos las diversas técnicas en el estirado a mano de la masa para formar fideos de diferentes grosores, y probamos el buen sabor de un plato que combina la carne de res con caldo claro, rábano y cilantro.
En Dunhuang nos maravillamos ante las dunas de la montaña Mingsha y el lago de la Luna Creciente, a las puertas del desierto de Gobi, donde disfrutamos de una exhibición de drones en el cielo y del concierto de música Starry Night entre un animado público que agitaba varitas fluorescentes, formando un espectáculo de luces y color entre dunas de más de 100 metros de altura. Sin embargo, una de mis muestras favoritas del multiculturalismo de Dunhuang es el ambiente burbujeante y animado del mercadillo nocturno. Abarrotado de visitantes y repleto de sedas, calabazas hulu, pulseras de jade y bolsos con estampados de frescos budistas, inundado por el aroma de la comida callejera, se puede percibir Dunhuang como un lugar de intercambio entre viajeros de todo el mundo y los habitantes locales. Incluso la experiencia de viajar de vuelta de Dunhuang a Lanzhou en un tren nocturno fue una oportunidad para charlar, compartir y conocer a personas de otros puntos de China, compartiendo habitación con gente cálida y abierta al intercambio.
También pudimos compartir valiosos momentos aprendiendo acerca de la literatura oral y la lengua de la etnia Yugur, de la mano de mujeres y hombres que nos mostraron sus trajes tradicionales, sus técnicas de elaboración de los mismos, canciones y juegos populares. Además, conocimos de cerca las técnicas de bordado de los kazajos de Aksai y el canto popular Hua’er del noroeste de China, registrado como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO en 2009.

Aprendizajes y conclusiones tras la experiencia
Gansu se ha revelado ante nuestros ojos como un eje de intercambio multicultural, rebosante de vida y con una mezcla de bagajes culturales que se comparten y se alimentan mutuamente para crear algo nuevo y magnífico. Nos hace ver que la antigua Ruta de la Seda no se ha quedado únicamente en los restos físicos del camino, sino que su legado se extiende a un amplio abanico de esferas y continúa circulando a través de la Iniciativa de la Franja y la Ruta, en la que Gansu recobra una posición privilegiada como puente entre China y el continente.
El Programa de Visitas para Jóvenes Sinólogos ha sido una experiencia que me ha permitido crecer tanto académica y profesionalmente como de manera personal. Observar con mis propios ojos los vestigios de la antigua Ruta de la Seda y seguir las huellas de quienes recorrieron anteriormente los mismos caminos me hizo sentir parte de la historia. Es una experiencia tras la cual regreso a España habiendo conocido y aprendido de experimentados compañeros sinólogos, a los que también puedo considerar buenos amigos. Hemos tendido puentes entre culturas y aunado visiones de China, de la sinología y del mundo de manera global, y eso enriquece nuestras perspectivas e identidad como ciudadanos del mundo.
Vuelvo con una mayor comprensión del papel que desempeñó la región de Gansu, tanto en el mundo antiguo como en la actualidad, de su patrimonio material e intangible, de las condiciones en las que se dieron los intercambios en diferentes áreas de la Ruta de la Seda y cómo esta asienta las bases históricas para la nueva IFR. También agradecida a la Fundación Cátedra China, a la Embajada de la República Popular China en España, a toda la organización del Programa de Visitas para Jóvenes Sinólogos en Gansu 2025 y sus colaboradores, por haberme concedido esta oportunidad de viajar a China y continuar conociéndola desde dentro.