El mayor diseñador de chips del mundo, NVIDIA, ha alcanzado un nuevo récord al convertirse en la empresa más valiosa del mundo después de superar los 5 billones de dólares en valoración de mercado
Sin embargo, lejos de celebrar el hito, su director ejecutivo, Jensen Huang, ha lanzado una advertencia pública: según él, Estados Unidos corre el riesgo de perder la carrera mundial por la inteligencia artificial frente a China.
Durante una cumbre sobre IA, afirmó sin ambigüedades: “China va a ganar la carrera de la IA”, una declaración que contradice la percepción tan extendida en occidente de que Estados Unidos está liderando el sector. El CEO de Nvidia sostiene que el liderazgo chino se explica por tres factores que, a su juicio, están frenando a Occidente: el alto coste de la energía, el exceso de regulación y lo que definió como un “creciente cinismo” hacia la IA en sociedades occidentales.
Huang destacó que el gobierno chino está subvencionando directamente el consumo energético de la industria tecnológica y apoyando financieramente a sus fabricantes de chips. Según él, en algunos casos “la energía es gratuita para los productores de chips en China”, algo que, insistió, no es una exageración. Un informe reciente confirma que los gobiernos locales de Weizhou, Mongolia Interior y Gusu han reducido hasta un 50% la factura eléctrica de grandes centros de datos.
Esa rebaja, sin embargo, está condicionada a que las empresas utilicen chips fabricados en China. Las compañías que emplean hardware importado, como los chips de NVIDIA, no pueden acceder al descuento. La intención de la medida, según Huang, es evidente: abaratar la tecnología local y desplazar a los proveedores estadounidenses.
Firmas como ByteDance, Alibaba y Tencent ya se están beneficiando del incentivo, reduciendo a la mitad sus costes energéticos. En cambio, quienes siguen utilizando procesadores de NVIDIA quedan excluidos. El mensaje, en palabras del directivo, es claro: “usar tecnología china, no estadounidense”, algo que hace Estados Unidos, y tan legítimo que nadie puede ni tan siquiera criticar.
Como ya he contado en artículos anteriores, China invierte en infraestructura, investigación y propiedad intelectual, y ya supera al resto del mundo en número de patentes. En el sector de la IA, cerca del 70% de todas las patentes registradas pertenecen a entidades chinas. En el ámbito académico, el país concentra más del 22% de las citas científicas relacionadas con IA, frente al 13% de Estados Unidos. Todo es fruto de la cultura del esfuerzo y de un país que apuesta por formarse y trabajar y sobre todo, planificar a largo plazo.
Mientras tanto, como afirma Huang, en Estados Unidos siguen dominando los debates sobre restricciones y controles a la exportación de chips.
Su advertencia no se limita al terreno geopolítico: también está afectando al negocio de NVIDIA. La empresa, que tenía un 95% del mercado de chips en China, ha visto como ha pasado a cero tras la aplicación de las restricciones de exportación impuestas por Washington (Según Huang hace un mes, por culpa de la prohibición se redujeron en 17.000 millones de dólares en ingresos previstos).
NVIDIA ha intentado revertir esa situación negociando con el gobierno estadounidense. El mes pasado, Huang presionó personalmente al presidente Donald Trump para levantar el veto, pero la administración se negó, cerrando la última posibilidad de recuperar el mercado chino a corto plazo.
Huang advirtió que la competencia china no amenaza únicamente el dominio de NVIDIA, sino el liderazgo tecnológico global de Estados Unidos. A su juicio, los chips no son un simple componente de hardware, sino la infraestructura central de la próxima era industrial, desde centros de datos hasta sistemas de defensa. Su producción determinará, dijo, el equilibrio del poder mundial.
Para Estados Unidos y NVIDIA, concluyó, la disputa ya no es solo una batalla comercial, sino una pugna directa por la hegemonía tecnológica. “Hoy la ventaja sigue siendo estadounidense, pero la brecha ya se está estrechando”.
Conviene subrayar que la estrategia china no es una anomalía ética ni un movimiento unilateral, sino una respuesta directa a una serie de restricciones externas. Pekín no empezó vetando chips occidentales: fueron Estados Unidos y sus aliados quienes bloquearon el acceso de China a semiconductores avanzados, software, maquinaria de litografía y servicios cloud. Ante ese cierre, China hizo lo único que un país con ambición tecnológica puede hacer: invertir, fabricar, sustituir y acelerar su propia capacidad estratégica.
Si las empresas chinas están desarrollando chips propios, construyendo infraestructuras energéticas más baratas y presentando miles de patentes, no es por un plan de sabotaje ni nada parecido, sino por una reacción lógica de supervivencia industrial. Cuando se rechaza el acceso al mercado, la alternativa no es rendirse, sino construir uno nuevo, y en esto China es un ejemplo.
Creo que en realidad nadie puede sino alegrarse de que China salga adelante a pesar de los vetos y restricciones cada vez mayores, y lo que muestra el aviso de Jensen Huang no es tanto una crítica a China, sino un recordatorio a Occidente: la ventaja tecnológica no es un derecho adquirido, es una disciplina diaria. Si China llega primero, no será porque se le haya permitido, sino porque se le intentó frenar y aun así siguió avanzando.


