A finales de octubre de 2025, hace tan solo unas semanas, China desveló un nuevo plan tecnológico que traza la movilidad del futuro en el país. La Hoja de Ruta Tecnológica 3.0 para vehículos de nueva energía y ahorro energético, compilada por más de 2.000 expertos de la Sociedad China de Ingenieros Automotrices (CSAE) bajo la guía del Ministerio de Industria, traza los objetivos hasta 2040. La meta principal es que para 2040, el 85% de los automóviles de pasajeros nuevos serán de energía nueva (NEV, por sus siglas en inglés), es decir, vehículos eléctricos de batería, híbridos enchufables o de pila de hidrógeno. Este pronóstico sitúa a los motores eléctricos como norma, relegando la gasolina a un papel secundario. De hecho, el plan estipula que ya en 2035 todos los coches nuevos de combustión serán, como mínimo, híbridos, y aun en 2040 los vehículos con motor de combustión interna (incluyendo híbridos y de autonomía extendida) apenas deberían de suponer un tercio de las ventas de coches nuevos. De la misma forma, los vehículos autónomos de Nivel 4 (capaces de conducirse sin intervención humana en la mayoría de situaciones) serán de uso común en 2040, e incluso empezarán a asomar al mercado los primeros modelos totalmente autónomos de Nivel 5. Todo ello refleja, en palabras del documento, el propósito de China de liderar la transición automotriz global hacia la sostenibilidad y la alta tecnología.
Innovación: del coche eléctrico a la era del hidrógeno
El plan 3.0 es continuista respecto a versiones previas de 2016 y 2020, pero eleva la apuesta tecnológica con una visión más amplia. Los vehículos de nueva energía (NEV) pasarán a ser la corriente principal del mercado chino en los próximos 5 a 15 años, según la hoja de ruta. Esto implica no solo más coches eléctricos en las calles, sino también un salto en infraestructura e innovación. China proyecta que, para 2028, las emisiones de carbono de la industria automotriz alcancen su pico y luego caigan más de un 60% para 2040, apoyándose en la electrificación masiva y mejoras de eficiencia. Se espera un ecosistema de comunicaciones inteligente donde coches, carreteras y la nube digital estarán integrados, teniendo como meta la consolidación de un sistema de transportes con “cero accidentes, cero víctimas y alta eficiencia”. En cuanto a las baterías, se apuesta por nuevas generaciones: el uso comercial de baterías de estado sólido podría comenzar tímidamente en 2030 y masificarse hacia 2035, aportando mayor autonomía y seguridad.
Sin embargo, el protagonismo no será solo de la electrificación por baterías. La hoja de ruta otorga un lugar estratégico a la tecnología de hidrógeno para el transporte, especialmente en vehículos pesados. Actualmente China cuenta con unos 25.000 vehículos de pila de combustible en circulación y más de 560 estaciones de repostaje de hidrógeno operativas, la red más extensa del mundo en este ámbito, que equivale a alrededor del 40% de las hidrogeneras globales según datos de la Asociación China de Fabricantes de Automóviles citados por China Daily (27 de octubre de 2025). El plan busca escalar este nicho: de unos 10.000 vehículos de hidrógeno hoy a más de 4 millones en 2040 (Diario del Pueblo, 24 de octubre de 2025). La idea es aprovechar las ventajas del hidrógeno en trayectos de larga distancia, camiones, autobuses y flotas comerciales, donde las baterías actuales presentan limitaciones de peso o tiempo de carga. Para ello, China pretende construir polos de producción de hidrógeno verde y una red nacional de estaciones de servicio de hidrógeno, abaratando costes mediante la escala y fomentando la colaboración entre industria, academia y gobierno. Aunque persisten desafíos (costos, almacenamiento), las autoridades confían en que el impulso coordinado y el apoyo político reducirán estas barreras como nunca antes.
Impacto industrial y liderazgo económico
Tras años de crecimiento sostenido, China se ha convertido en el mayor exportador mundial de automóviles, un hito alcanzado en 2023 al sobrepasar en volumen a Japón. Según datos recogidos por Global Times (3 de enero de 2024), este salto se debe en gran medida al auge de los vehículos de nueva energía: el año pasado se exportaron 1,2 millones de NEV chinos, un 77,6% más que el año anterior. Las marcas chinas, apoyadas por una cadena de suministro doméstica robusta y economías de escala, han logrado conquistar mercados internacionales con coches eléctricos competitivos en precio y tecnología. No es casualidad que China concentre alrededor del 70% de las patentes mundiales vinculadas a vehículos de nueva energía y más de la mitad de las patentes en vehículos conectados, indicador claro de su poder innovador. Empresas como BYD, CATL o NIO encabezan rankings globales en ventas de eléctricos, baterías o conducción inteligente, y están invirtiendo en fábricas desde el sureste asiático hasta Europa. Todo ello refuerza el objetivo expreso del plan 3.0 de posicionar a China entre las potencias automotrices líderes del planeta, con un clúster industrial moderno e integrado a nivel global. Cientos de vehículos eléctricos chinos aguardan en un puerto para ser exportados al extranjero.
En el mercado interno, el efecto transformador ya se siente. China posee la mayor industria automovilística del mundo, con un enorme mercado doméstico que sirve de base de pruebas y trampolín comercial. En 2024, las ventas de vehículos de nueva energía en China superaron los 12 millones de unidades, más que en ningún otro país (Global Times, 10 de octubre de 2025). Según datos publicados por el portal oficial del Gobierno chino, solo en los primeros nueve meses de 2025 se vendieron 11,23 millones de NEV, lo que representa casi el 46% de todos los automóviles vendidos en ese periodo. Es decir, prácticamente uno de cada dos coches nuevos en China ya es eléctrico o híbrido, muy por encima de las cifras de Europa o EE. UU. Para sostener esta revolución, el país ha desplegado la infraestructura de carga más grande del planeta: unos 16,7 millones de puntos de carga para vehículos eléctricos instalados hasta mediados de 2025 (un 53% más interanual), logrando una proporción de 2 cargadores por cada 5 coches eléctricos en circulación. Esta expansión de cargadores (públicos y privados) va en tándem con las ventas de NEV, asegurando que los nuevos usuarios tengan donde “repostar” sus baterías.
En paralelo, la construcción de estaciones de hidrógeno también cobra ritmo: Pekín, Shanghái, Guangzhou y otras ciudades piloto están levantando corredores de hidrógeno para camiones y autobuses, apoyados por subsidios a flotas de prueba y exenciones fiscales. La inversión en la transición automotriz es enorme: solo en 2023, China destinó más del doble de capital que cualquier otro país a energías limpias, incluida la electromovilidad. Esta apuesta moviliza un vasto ecosistema industrial que va desde la minería de minerales críticos (litio, tierras raras) hasta la manufactura de baterías y semiconductores, creando oportunidades de empleo altamente cualificado. Según la Asociación China de Fabricantes de Automóviles, el valor de la producción de NEV ya representa una porción creciente del PIB industrial y se espera que siga al alza en la próxima década, impulsando el desarrollo regional y la competitividad tecnológica (World Economic Forum, 25 de enero de 2025).
Hacia un futuro sobre ruedas limpias
Podemos afirmar que la Hoja de Ruta 3.0 es tanto un plan tecnológico como una declaración de intenciones geoestratégica. China no solo procura descarbonizar su colosal parque automotor y aliviar la contaminación urbana, sino también reconfigurar la industria automotriz mundial a su favor. La visión al 2040 combina sustentabilidad ambiental (menos emisiones, más energía limpia) con soberanía industrial (dominio de las patentes, estándares y cadenas de suministro clave). Mientras otras regiones debaten objetivos intermedios, China ya opera con una mirada de largo plazo respaldada por cifras tangibles y políticas coherentes. Confío en que estamos siendo testigos de cómo el gigante asiático está tomando el volante en la carrera hacia la movilidad sostenible, consolidando su liderazgo industrial en el proceso.


