Publicado originalmente el 03/10/2024 en Atalayar.
Beijing inicia una carrera contra reloj para asegurar que un par de chinos caminen por nuestro satélite natural antes de la próxima década.
Las autoridades de Beijing han hecho coincidir las celebraciones oficiales organizadas en torno al 1 de octubre, fiesta nacional que conmemora el 75 aniversario de la fundación de la República Popular China, con la presentación a escala mundial de la escafandra con la que sus astronautas pisarán la Luna antes de 2030.
El presidente Xi Jinping ha querido trasladar a la comunidad internacional que su programa lunar tripulado va muy en serio. Que su ambición es que el primero de octubre de 2029, cuando se rememore el 80 aniversario del momento en que Mao Zedong insufló vida a la China comunista, una pareja de astronautas chinos ya hayan alunizado y caminado sobre el fino polvo que cubre al satélite natural de la Tierra.
China es la indiscutible segunda potencia espacial mundial, que ha superado con creces las capacidades de Rusia ‒heredera de los logros de la Unión Soviética‒ y que compite de manera directa con Estados Unidos en todas las esferas de la ciencia y la tecnología espacial, incluido el retorno humano a la Luna.
La escafandra para proteger a los primeros astronautas chinos en sus misiones sobre el suelo lunar y en el exterior de las astronaves en órbita cislunar ya es una realidad. Su presentación en sociedad ha recaído en uno de los altos directivos de la Agencia de Vuelos Espaciales Tripulados de China, el general del Aire Yang Liwei, de 59 años, el chino que voló al espacio en octubre de 2013 y se convirtió en el primer astronauta de la gran nación asiática.
El nuevo traje espacial es el fruto “de cuatro años de investigación y desarrollo”, según las autoridades chinas. Está diseñado y fabricado con telas y materiales que no se han desvelado, que resguardan a los astronautas del pegajoso polvo lunar, de las consecuencias de estar en condiciones de micro gravedad, del calor abrasador ‒que puede llegar a alcanzar 120º centígrados en el ecuador‒ y del frio extremo ‒hasta los- 130ºC‒ mientras ejecutan actividades en el severo entorno de Selene.
Todavía sin nombre oficial.
La nueva escafandra espacial se compone de un cuerpo central con extremidades, de las que se afirma que es “resistente y segura, a la vez que flexible” para permitir caminar, correr, sentarse, agacharse, arrodillarse, subir y bajar. Los ingenieros chinos han completado el atuendo con guantes especiales para que se puedan conducir vehículos, agarrar objetos, manipular herramientas, instrumentos científicos y pulsar los dispositivos electrónicos que tendrán fijados en sus propios trajes.
El traje espacial se completa con un casco con visera panorámica anti reflejos, que está dotado con dos cámaras para ofrecer vistas de cuánto cada astronauta tiene por delante. Los pies estarán calzados con botas también especiales, de las que muy poco se ha descrito. La escafandra todavía no tiene nombre, porque se ha organizado un concurso público que invita a la población china a que envíen sugerencia y la bauticen.
La coronel piloto Wang Yaping, de 44 años ‒la segunda mujer astronauta del país, con 197 en el espacio y 6 horas a la intemperie del cosmos‒ y su compañero, el general Zhai Zhigang ‒de 57 años, piloto de caza y con 185 días en órbita y 12 horas en el exterior‒ han sido los modelos de pasarela que se han ataviado con la escafandra para demostrar las capacidades de movimiento que ofrece la nueva vestimenta espacial.
Hasta la fecha, los 17 astronautas chinos que han llevado a cabo salidas al exterior de la estación espacial Tiangong para efectuar alguna actividad de montaje o reparación lo han hecho con escafandras extra vehiculares de nombre Feitian, cuyo significado en español es volar.
Con un peso de 120 kilos, Feitian es la versión china de los trajes rusos Orlan ‒águila marina en español‒, que con sucesivas mejoras han utilizado los soviéticos desde 1977 y ahora, en la versión Orlan MKS, emplean los cosmonautas de la Agencia Espacial de Rusia. Su peso en tierra es de unos 110 kilos y su autonomía superior a las 7 horas.
Cinco años a toda marcha.
Conocida la escafandra ¿se sabe algo de la primera incursión china para descender sobre la Luna? Lo poco que ha trascendido de las autoridades espaciales chinas es que “cada misión constará de dos lanzamientos por separado del cohete Larga Marcha 10”, que todavía no ha efectuado su vuelo inaugural sin tripulación, previsto para una fecha no anunciada de 2027.
Una vez calificado el nuevo lanzador y efectuados los vuelos de prueba con tripulantes, desde la CNSA, el equivalente chino de la NASA, han anticipado que la primera misión de desembarco lunar “transportará tres astronautas en la nueva cápsula espacial Mengzhou”, navío de ensueño, en español. Un segundo cohete llevará el módulo de superficie Lanyue ‒cuyo significado es abrazando la Luna‒, junto con un pequeño rover, para ampliar el radio de acción de los astronautas. Mengzhou y Lanyue se acoplarán en las inmediaciones de la Luna para después descender con suavidad sobre su superficie.
Los dos astronautas que desciendan permanecerán en la Luna entre dos y seis horas, para recoger muestras, algún ensayo y efectuar un corto recorrido, tanto a pie como en vehículo. Una vez cumplida su labor, despegarán en el módulo lunar Lanyue hacia la astronave Mengzhou para reunirse con su compañero que les espera en órbita cislunar. Si todo sale bien, los tres tripulantes se encaminarán de regreso hacia la Tierra.
Aunque China todavía no tiene a punto el lanzador súper pesado Larga Marcha 10 para llegar hasta Selene, la NASA norteamericana ya ha encendido sus alarmas, dada la celeridad con que progresa el programa lunar tripulado de Beijing. La misión Artemis II de la NASA, primera tripulada del nuevo lanzador SLS, está programada para después de septiembre de 2025. Pero sus cinco astronautas ya designados, entre ellos un canadiense, no se posarán en la Luna, sino que la sobrepasarán y regresarán a la Tierra.
El honor les corresponde a quienes los que viajen a bordo de Artemis III, todavía sin designar, que a expensas de lo que pase con el vuelo anterior, por el momento está planeada para septiembre de 2026, tres años antes que los chinos. Sin embargo, la complejidad de Artemis II y III, el ritmo de los trabajos, los datos recabados y la experiencia hacen pensar que existen muchas posibilidades de que China y Estados Unidos libren una carrera final, un esprint por conseguir ser los primeros del siglo XXI en posar seres humanos en la Luna.
-Este artículo ha sido publicado en el Portal Atalayar. Puedes consultar el original aquí.