China, uno de los países más poblados del mundo, y con una sociedad moderadamente envejecida, quiere solucionar el problema demográfico al que se enfrenta en un momento en el que la tasa de natalidad ha experimentado un descenso notable en los últimos años, siendo en 2023 de 6,77 nacimiento por cada 1.000 habitantes.
Para acabar con este bajo nivel, uno de los más bajos en décadas, China ha puesto en marcha una serie de medidas para apoyar la natalidad en un país de 1.400 millones de personas, donde cerca de 300 millones tienen 60 años o más. Esta cifra, según las estimaciones, se prevé que supere los 400 millones en 2033 y se acerque a los 500 millones en 2050.
Es por lo que la Oficina General del Consejo de Estado ha anunciado 13 medidas en torno a la mejora de los servicios de apoyo a los nacimientos, la ampliación de sistemas de atención a la infancia, el fortalecimiento del apoyo en educación, vivienda y empleo, y la potenciación de un ambiente social favorable a la natalidad.
Entre las medidas que recoge el documento difundido por las autoridades chinas destaca que instan a las autoridades locales a garantizar la implementación de políticas de baja por maternidad, incentivos por nacimiento, bajas por paternidad y cuidado de los hijos.
La nueva estrategia para hacer frente al reto demográfico también pone el foco en los embarazos no deseados, por lo que desarrollarán planes para mejorar la educación en salud de los adolescentes para prevenir este tipo de embarazos y mejorar los servicios de atención para el embarazo precoz y aborto.
Estas medidas se ponen ahora sobre la mesa, pero lo cierto es que China ha ido modificando en la última década sus medidas de planificación familiar para hacer frente a los cambios demográficos. Así, en 2013 permitió a las parejas tener un segundo hijo si alguno de los progenitores era hijo único, y en 2016 permitió a las parejas casadas tener dos hijos. Una medida que se amplió en 2021, cuando se pusieron en marcha ayudas para las parejas que deseen tener un tercer hijo.