China y Europa celebran esta semana una cita crucial en un momento convulso geopolíticamente por la continuidad de la guerra en Ucrania, de fuertes tensiones comerciales mundiales y cuando, a pesar de las diferencias y las políticas arancelarias a sectores como, por ejemplo, los vehículos eléctricos, Europa y China conmemoran el 50 aniversario de las relaciones diplomáticas. Ambas partes celebrarán en Beijing la 25ª cumbre China-UE, donde el presidente de China, Xi Jinping, recibirá a la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von Der Leyen, y al presidente del Consejo Europeo, Antonio Costa. Un encuentro bilateral que llega, en palabras del Gobierno chino, en un momento «crucial» de las relaciones, y donde con la experiencia de medio siglo de relaciones se quiere definir el futuro de la cooperación entre ambos actores, en ámbitos también como la Gobernanza global o el cambio climático.
Precisamente, China y Europa coinciden en la necesidad de abordarlo de manera conjunta y en la necesidad de fortalecer las estrategias como uno de los puntos clave de las relaciones. Fruto de ello fue la celebración a principios de julio en Beijing del
Sexto Diálogo de Alto Nivel sobre el Medio Ambiente y el Clima (HECD), donde la vicepresidenta ejecutiva Teresa Ribera y la viceprimera ministra de la República Popular China, Ding Xuexiang, reiteraron la importancia del multilateralismo y de la reducción de las emisiones, por lo que acordaron cooperar para conseguir objetivos claros en la COP30, que se celebra en noviembre en Brasil.
De hecho, con el fin de profundizar en la colaboración entre ambos actores, China levantó en mayo las sanciones contra los miembros del Parlamento Europeo y los comités parlamentarios para que las conversaciones entre los diferentes representantes de China y Europa fueran más fructíferas.
Una idea fundamental para el país asiático que, de cara a esta cumbre, ha subrayado la relevancia del encuentro entre «dos grandes fuerzas que promueven la multipolarización, dos grandes mercados que apoyan la globalización y dos grandes civilizaciones que abogan por la diversidad». Dada la relevancia del momento, el ministro chino de Asuntos Exteriores, Wang Yi, visitó a finales de junio la sede de la Unión Europea, en Bruselas.
Dos potencias que a lo largo de medio siglo de relaciones diplomáticas se han convertido en una de las relaciones bilaterales más influyentes del mundo, que ha logrado resultados y beneficios sobre casi 2.000 millones de chinos y europeos, habiendo aumentado el volumen comercial entre ambas partes de 2.400 millones de dólares (2.063 millones de euros) a 785.000 millones de dólares (675.677 millones de euros), mientras que el volumen de inversión alcanza los 260.000 millones de dólares (223.563 millones de euros).
Unas relaciones, las comerciales, que en los últimos años han aumentado de manera considerable pero que continúan protagonizando un fuerte déficit comercial. En concreto, en 2024, según datos de Eurostat, el valor de las exportaciones de la Unión Europea a China fue de 213000 millones, mientras que las importaciones de la Unión Europea desde China ascendieron a los 519000 millones, lo que representa un déficit comercial de 300000 millones. Es por lo que en el encuentro Europa buscará avanzar hacia una relación económica con China «más equilibrada y recíproca».
Pero pese a la magnitud de los datos, donde se refleja que China es el segundo socio comercial de la Unión Europea, y la UE es el mayor mercado de exportación para China, lo cierto es que existen discrepancias entre los dirigentes chinos y europeos en materias tan relevantes y actuales como el desarrollo de los vehículos eléctricos. Y es que la Unión Europea impuso en 2024 aranceles adicionales a los vehículos fabricados en China que varían en función del fabricante pero que pueden alcanzar hasta el 35% sobre el arancel estándar de importación del 10%.
Una política económica que, no obstante, no ha hecho que los coches chinos se dejen de vender en suelo europeo, donde durante los tres primeros meses de 2025, llegaron 247.107 vehículos, un 27,12% más que en el mismo periodo del pasado año, según datos de la Asociación de Logística de Automoción Europea. Además, también es cada vez más normal que los fabricantes chinos trasladen su fabricación a Europa. Un ejemplo de ello es Chery, uno de los mayores fabricantes de vehículos de China y que ha iniciado la producción de coches en la planta de la Zona Franca de Barcelona junto a Ebro EV Motors. Una alianza estratégica entre empresas chinas y españolas, por ende europeas, que impulsa la reindustrialización de zonas como Cataluña y ayuda a los fabricantes chinos a introducirse en el mercado europeo sin aranceles.
Por ello, del encuentro de esta semana en Beijing, cuya última cita similar fue en diciembre de 2023, los dirigentes abordarán en profundidad las relaciones comerciales y tecnológicas, cuando el déficit comercial de la Unión Europea con China supera los 400.000 millones de euros anuales. De esta forma, mientras China busca reducir los aranceles a sus productos, Europa, que ya ha mostrado su disposición también a estrechar su colaboración con el país asiático en materia de cambio climático, busca una mayor inclusión de los productos europeos como el vino, queso, cerdo, productos de cosmética o servicios financieros en el mercado asiático. Es por todo ello por lo que el Gobierno de China considera que en el encuentro, que se abordarán también temas relevantes como el intercambio cultural o el aumento de los intercambios educativos, se debe abrir «camino al futuro», con un tono constructivo por ambas partes donde Europa pide «rebalancear» las relaciones económicas.
Aunque no se espera que las conversaciones aborden solo asuntos económicos, sino que la presidenta de la Comisión Europea, que será la tercera vez que de manera oficial se reúna con el presidente de China, pedirá a Xi Jinping una mayor influencia sobre Rusia para detener la guerra en Ucrania. Lo cierto es que fue en febrero de 2023 cuando China presentó un plan de paz compuesto por 12 puntos que abogaba por un alto el fuego, negociaciones y ayuda humanitaria como puntos fundamentales. Y es que China ha defendido que el diálogo es la única manera de resolver el conflicto en Ucrania, que comenzó en febrero de 2022.