El apoyo de China a los palestinos ante el genocidio israelita

Desde el inicio de la ofensiva israelí en Gaza, que ha dejado miles de asesinados y desplazados, China ha adoptado una postura clara: apoyo político y diplomático al pueblo palestino y condena a las acciones de Israel.

Pekín ha calificado las acciones militares israelíes como una “violación masiva del derecho internacional” y ha pedido repetidamente un alto el fuego inmediato. En foros como el Consejo de Seguridad de la ONU, China ha respaldado resoluciones que piden el fin de la violencia y el respeto al derecho humanitario, bloqueadas por Estados Unidos. Además, el gobierno chino ha denunciado la “impunidad” con la que Israel actúa, y ha exigido una solución de dos Estados como vía definitiva para la paz.

Este posicionamiento no es nuevo. China ha mantenido históricamente una relación cercana con la causa palestina, viéndola como parte de una lucha más amplia contra la hegemonía occidental y por el derecho de los pueblos a la autodeterminación.

El acuerdo de los partidos palestinos en Pekín: un intento de unidad con respaldo chino

En julio de 2024, China logró lo que años de esfuerzos regionales no habían conseguido: sentar a Fatah y Hamás, junto con otras facciones palestinas, en una misma mesa y firmar un acuerdo preliminar de unidad nacional. El encuentro, celebrado en Pekín, fue presentado como un paso clave para lograr una posición palestina unificada frente al conflicto con Israel y, especialmente, ante la devastación en Gaza.

Los partidos palestinos firmaron un documento en el que se comprometieron a: (1) Trabajar hacia la formación de un gobierno de unidad nacional; (2) coordinar esfuerzos para la reconstrucción de Gaza; (y 3) respetar un marco común basado en el diálogo político, la resistencia legítima y el objetivo compartido de establecer un Estado palestino independiente.

Aunque no se anunciaron fechas ni mecanismos concretos, el documento fue visto como un avance simbólico importante. La firma se dio tras varios días de conversaciones a puerta cerrada bajo el auspicio del gobierno chino.

El gobierno de Xi Jinping se posicionó como un mediador neutral y aliado del pueblo palestino, ofreciendo su capital como terreno neutral y reforzando su imagen constructiva. A diferencia de países regionales como Egipto y Qatar, China no tiene un historial directo de injerencia militar o política en la región, lo que le ha permitido actuar como facilitador sin condiciones visibles.

El acuerdo de Pekín aún debe traducirse en acciones concretas. Las divisiones internas entre Fatah y Hamás siguen siendo profundas, especialmente en torno al control de seguridad, los fondos de ayuda y la representación internacional. Aun así, el encuentro en Pekín marca un momento clave: la comunidad internacional ya no puede ignorar que hay una voluntad, aunque frágil, de unidad entre los propios palestinos.

Pekín no condena a Hamas y se centra en las causas del conflicto

Pekín no ha condenado el ataque de Hamás a Israel del 7 de octubre de 2024. En lugar de adoptar la narrativa dominante de “acto terrorista”, China lo ha enmarcado como una consecuencia de décadas de ocupación, bloqueos y violaciones sistemáticas de derechos por parte del Estado israelí. Esta postura la distancia tanto de Washington como de Bruselas y del discurso de la mayoría de potencias árabes que, pese a sus críticas a Israel, sí rechazaron públicamente el ataque.

Tampoco califica a Hamás como organización terrorista, al igual que no aplica ese término a otras organizaciones armadas como Hezbolá o los talibanes. Para China, esos grupos forman parte de realidades políticas complejas que deben entenderse en su contexto, no descartarse como elementos irracionales o meramente violentos.

Condena de la violencia

A pesar de no condenar directamente a Hamás, China sí ha pedido la liberación inmediata de los civiles secuestrados por el grupo palestino y ha condenado la muerte de cerca de mil israelíes. Pero su tono se ha vuelto mucho más duro con Israel. Pekín calificó los ataques a Gaza como crímenes de guerra, denunciando el asesinato de decenas de miles de palestinos, la destrucción masiva de infraestructura civil y las violaciones sistemáticas del derecho internacional humanitario.

Esto marca un cambio notable respecto a conflictos anteriores, donde China se mantenía en una “neutralidad propalestina” más moderada.

Iniciativas diplomáticas y veto occidental

China ha impulsado varias resoluciones en la ONU con propuestas concretas: (1) Cese inmediato de los bombardeos; (2) Protección a la población civil palestina. (3) Reconocimiento del derecho palestino a un Estado. (4) Adhesión plena de Palestina como miembro de la ONU.

Todas estas propuestas han sido vetadas por Estados Unidos, pero han contado con el apoyo de más de 120 países, en su mayoría del Sur Global. Este respaldo refuerza el liderazgo diplomático de China entre los países en desarrollo y la posiciona como un contrapeso a la hegemonía occidental.

Apuesta por el diálogo y la mediación

Pekín ha hecho un llamamiento constante a “poner fin de inmediato a las hostilidades”. A diferencia de Washington, que ha enviado repetidamente a su Secretario de Estado a la región para negociar la liberación de rehenes israelíes, China ha exigido desde el primer momento un alto el fuego inmediato y duradero.

En noviembre de 2024, organizó en Pekín una cumbre de alto nivel con países musulmanes, excluyendo a Israel, con el objetivo de construir una base común para la paz. Aunque simbólica, la iniciativa consolidó a China como mediador global de conflictos, sumando este caso a sus esfuerzos previos en Yemen, Irán y Arabia Saudita.

Palestina para los palestinos

Finalmente, China ha rechazado de forma tajante cualquier plan para que Gaza, en la etapa posterior a la guerra, sea administrada por potencias extranjeras, coaliciones internacionales o elementos impuestos desde fuera. Su posición es clara: la soberanía palestina no es negociable y debe ser respetada incluso en contextos de crisis humanitaria o reconstrucción.

Pekín considera que cualquier intento de imponer una autoridad externa en Gaza —sea militar, civil o de «transición»— equivale a una nueva forma de ocupación que sólo agravaría la desconfianza, prolongaría el conflicto y deslegitimaría cualquier proceso de paz. En contraste con las propuestas de EE.UU. o Israel, para que Gaza sea administrada temporalmente por países árabes o por la ONU, China insiste en que el pueblo palestino debe tener el control total sobre su territorio y su destino político.

Esta postura refuerza la idea de que la legitimidad de cualquier autoridad en Gaza o en un futuro Estado palestino solo puede venir desde dentro, no desde acuerdos entre potencias. Para China, el futuro de Palestina debe construirse con palestinos, para los palestinos y por los palestinos —sin interferencias, ni sustituciones, ni soluciones impuestas.