El Ministerio de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación ha presentado este jueves la nueva Estrategia de Acción Exterior 2025-2028, una hoja de ruta de tres años en la que si bien se recoge que España continuará estrechando relaciones con Estados Unidos, el ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, ha asegurado que España, como actor global en un «mundo convulso», reivindica una «agenda bilateral propia» con actores como China e India, «nuevos actores globales que ya se afirman con fuerza y con los que es necesario dialogar para hacer avanzar el planeta».
En un momento definido como «decisivo y complejo» en el que se está cuestionando el orden internacional, Albares ha asegurado que frente a los ataques al multilateralismo, es necesario un cambio en el sistema multilateral para que de voz a «países emergentes que en realidad -ha apostillado- ya han emergido».
Para darles más voz y conseguir un progreso conjunto y «no un progreso a costa de otros», ha defendido una reforma de la ONU -«la salvaguarda ante la ley del más fuerte»- al asegurar que «somos muchísimos más los países que seguimos creyendo en el multilateralismo, en el entendimiento, en la paz. Somos muchos más que quienes han optado por la vía de la confrontación, del unilateralismo y de la imposición».
Así, la nueva Estrategia de Acción Exterior 2025-2028 aprobada por el Gobierno el pasado mes de junio y que recoge las prioridades y los valores que moverán la política exterior para los próximos años está centrada en la entrada de la política exterior española en una tercera fase, donde tras su primer asentamiento al entrar en la UE y una segunda en la que se formó la voz europea, ahora España se ha convertido en un «actor global, con voz e identidad propia global».
Una situación en la que España busca «ser sujetos, no objetos, de los que otros deciden». En concreto, el Gobierno apuesta por «ser actores de ese cambio global y no espectadores de las decisiones que otros tomen por nosotros». Esa voz y posición global de España es la que permite, según el ministro, mientras se defiende una Europa «autónoma y soberana», trabajar de manera bilateral con nuevos actores globales. «España pretende ser un actor activo en la transformación global, promoviendo el entendimiento y la cooperación frente al unilateralismo y la confrontación que marcan la agenda internacional actual».