La batalla arancelaria americana contra el resto del mundo, la punta del iceberg de una estrategia comercial con visos de fracaso

A los dos meses de llegar Donald Trump a la Casa Blanca comienzan los rumores de que se va a iniciar una escalada arancelaria de una magnitud sin precedentes. Pocos días más tarde Estados Unidos plantea subir los aranceles a casi todos los países del mundo, lo cual es una barrera arancelaria al comercio entre ese país y los demás afectados. Es decir, el gobierno americano abre un amplio frente de conflictos con casi todos sus vecinos, excepto con la Federación de Rusia, conquien mantiene otras negociaciones de calado en torno al fin de la guerra de Ucrania.

El país más perjudicado por las barreras arancelarias parece a primera vista ser la República Popular China, a quien ha impuesto tarifas arancelarias por encima del 100%, al no haber aceptado el Gran Dragón la política comercial americana.

Conviene entender que las transacciones y flujos económicos entre una nación y el resto del mundo se recogen y miden en su balanza de pagos con el exterior. Dicha balanza se puede desagregar por países, así como por otras partidas, sean éstas productos, servicios o capitales. Por tanto, la política arancelaria de un país se refleja en la balanza comercial de productos y mercancías. Lo que viene a decir que los acuerdos o desacuerdos arancelarios afectan exclusivamente a los productos anotados en la balanza comercial. Además, es preciso saber que existen otras barreras posibles al comercio, como las barreras no arancelarias. Un ejemplo de barrera no arancelaria sería la prohibición de exportar productos energéticos de Canadá a los Estados Unidos.

Seguramente, una docena de países y de mercancías son clave en estas negociaciones de la balanza comercial norteamericana. Digamos que los países más relevantes son los principales de a UE, Canadá, China, México y Japón. Por productos, los más comerciados serían los de la industria del automóvil, el petróleo, los equipos electrónicos, los piensos y alimentos y otros bienes de equipo.

Bien es sabido que la balanza de servicios de los EE.UU. es muy potente, si bien no tan importante como la comercial, lo que hace que el superávit de la balanza de servicios americana ayuda a reducir débilmente el déficit de su balanza comercial con el resto del mundo, dado que ingresa más por servicios prestados de lo que gasta por servicios recibidos.

Evidentemente, los países afectados por las tarifas impuestas por el presidente Donald Trump pueden tomar una serie de contramedidas para proteger sus intereses sobre las partidas asociadas a servicios, tales como las asociadas a las industrias de transporte y turismo, los derechos de cine y televisión, marcas y patentes y paquetes de software.  Se encuentran también en este apartado los servicios de empresas dedicados a la telecomunicación, los seguros, la ingeniería, la publicidad y la consultoría, ámbitos en donde las multinacionales de los EE.UU. operan con gran éxito.

Es muy probable que -si se continua por la vía de la confrontación- la escalada de tensiones dará paso a una mayor incertidumbre empresarial y a una mayor pérdida de puestos de trabajo, lo cual nos acercará a una posible recesión económica mundial y a una caída del valor de las acciones en las principales bolsas mundiales.

Conviene señalar que la cuantificación de los importes en juego es distinta, según la institución que genere los datos, dado que los inputs son capturados en distintos puntos, desde quien exporta hasta quien consume. De ahí que las negociaciones entre decenas de países van a ser complejas, arduas y a veces hasta incomprensibles.

Los residentes que reciban transferencias o rentas desde otras naciones se verán probablemente afectados por los vaivenes mencionados en esta breve nota.

Las llamadas “balanzas por cuenta corriente” que hemos visto no son suficientes para entender las relaciones económicas a nivel internacional. Es preciso analizar además las balanzas de capitales, en donde entran en juego las inversiones directas, indirectas o en cartera y otras más, que un país hace en el exterior o recibe de otra nación.

Los nubarrones por represalias en este terreno son claros e inminentes. China puede deshacerse de los bonos del tesoro norteamericanos. No deben los norteamericanos olvidar que China tiene inversiones localizadas en todo el mundo y su exposición a contramedidas financieras norteamericanas no es tan elevada. Asimismo, China podría poner a las empresas norteamericanas asentadas en China en una lista negra y sancionarlas de mil maneras, cuando no llevarlas a juicio por cualquier motivo que se le ocurriera. 

En el campo financiero, caben asimismo cientos de represalias de todo tipo, desde recortes en la política crediticia, la devaluación de las divisas, la intervención en los mercados de futuro o en el de los derivados… Este delicado terreno de confrontación requiere que cada nación entienda bien cuál es su Posición de Inversión Internacional Neta (PIIN).

Vienen tiempos difíciles, al ser las tarifas arancelarias una clara fuente generadora de inflación. Probablemente, los resultados de las empresas en el segundo y tercer trimestre del año van a ser muy malas, dado el caos en que nos encontramos en este momento. Las bolsas ya dieron su primer aviso de tormenta perfecta a comienzos de abril de 2025.

Esperemos que los EE.UU. entienda que ha tomado una deriva sumamente peligrosa para sus ciudadanos, pues -a la confrontación creada por el anuncio de los aranceles comerciales- tiene otros serios frentes abiertos como el de Israel-Irán, el canal de Panamá, la anexión de Groenlandia, la seria confrontación con sus principales vecinos de Canadá y México y su claro alejamiento de la Unión Europea, tanto en temas clave como la defensa en el marco de la OTAN o de su acercamiento comercial y tecnológico a Rusia.Estas medidas dejan en una posición incómoda a la Comunidad Europea a largo plazo y pretenden además perjudicar a Europa y China.

Sirvan estas pinceladas como guía modesta para entender los grandes retos económicos a los que el orden mundial se enfrenta en este primer semestre de 2025. En mi modesta opinión, EE.UU. debe de aceptar que no puede haber una gobernanza mundial sin contar con la República Popular China y los países BRICS+. En cuanto a la Unión Europea, su principal reto actual es revisar a fondo su Política de Seguridad y Defensa, la cual pasa por crear un mando único militar.

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