Como sinóloga en formación, mi viaje a Pekín me hizo replantear muchos puntos de vista y comprender que nada, o casi nada, es tal como nos lo cuentan. Por eso me gustaría romper una lanza a favor del país, pues desde numerosos medios internacionales se suele hablar de China atribuyéndole grandes etiquetas como “el gigante asiático”, “la fábrica del mundo” o “el país del centro”. Esta última expresión procede de la traducción de 中国 Zhōngguó, un término que en realidad alude a la “tierra central”: la zona más rica, poblada y civilizada de la dinastía Xia, situada en torno al río Amarillo. La traducción literal de “país del centro” resulta hoy poco adecuada.
China es ese país asiático que todos creemos conocer, pero que, en realidad, apenas conocemos, a pesar de sus miles de años de historia. Basta con observar los titulares de prensa: se insiste en la imagen del “gigante asiático” en permanente confrontación con el “gigante americano”. Sin embargo, rara vez se utiliza este último término: al hablar de Estados Unidos basta con nombrarlo, pues ya se reconoce su influencia internacional. Con China, en cambio, parece que su propio nombre no tiene el mismo prestigio. Del mismo modo, mientras “estadounidense” nos suena natural y positivo, el término “chino”, cuando se aplica a una persona, suele tener connotaciones menos amables. ¿Por qué este fenómeno se da con China más que con otros países asiáticos de características similares? ¿No deberían estar todos en un plano semejante? ¿Por qué este tratamiento diferenciado?
Esa tendencia a evitar nombrar a China por su propio nombre conlleva una pérdida de información y de matices. Basta recordar la Ruta de la Seda, la invención del papel que usamos a diario, el turismo que llega desde China a España, la larga historia de sus dinastías o las invasiones que ha sufrido para comprender que el país es mucho más complejo de lo que transmiten los titulares de prensa y muchos libros. ¿Acaso esa simplificación no persigue precisamente desinformarnos y alejarnos de una sociedad que, en realidad, no es tan distinta de la nuestra? Porque a la sociedad china también le gusta disfrutar de la vida en la calle, conversar en voz alta en espacios públicos o reunirse en los parques para hacer taichí, bailar o simplemente pasar un buen rato.


Ser atendido en un local en China puede convertirse en una lección de humildad, porque uno de los principios básicos de la sociedad china es el buen trato. Allá donde vayas, lo más probable es que te reciban con amabilidad, y no faltará quien te mire con sorpresa por verte como 老外 (lǎowài, extranjero). Pero más allá de la distinción entre ser extranjero o nativo, la cordialidad es un rasgo llamativo en China. Cualquier intento de comunicarse en mandarín, aunque sea torpe, genera simpatía, aunque la respuesta pueda sonar ininteligible. Tal vez sea esa “magia del momento” la que anima a seguir intentándolo y a romper la barrera lingüística, aunque solo sea a través de gestos, el idioma universal.
China puede sorprender por sus normas, pero dentro de ellas también existe un caos vital: el tráfico imposible de descifrar para un occidental, la prisa urbana y, al mismo tiempo, la serenidad de un parque. En un mismo espacio se pueden ver grupos jugando al mahjong al aire libre, personas haciendo ejercicio en gimnasios comunitarios, niños corriendo, otros nadando en el lago, algunos pescando patos de goma, barcas tradicionales de la Festividad del Bote de Dragón, restaurantes de cadenas internacionales, puestos ambulantes de recuerdos donde regatear es casi obligado, e incluso pubs desde los que observar pasar los tuk tuk turísticos. Y, si se levanta la vista, los rascacielos recuerdan que no se trata de un pueblo, sino de una gran metrópolis. Esa convivencia de contrastes es, quizá, la mejor forma de describir a China.


Por eso, merece la pena ir más allá de la información sesgada que nos llega e investigar por cuenta propia sobre Asia y, en particular, sobre China. Solo así podremos comprender un país cuya riqueza histórica y cultural difícilmente se reduce a los estereotipos que predominan en Occidente.
Bibliografía:
https://confuciomag.com/zhongguo-china-pais-central