75 años de progreso en una comunidad de futuro compartido

El 1 de octubre de 1949 Mao proclamó la República Popular China con la frase histórica «China se ha puesto en pie». Se han escrito miles de artículos y libros explicando y detallando, tras el «siglo de humillación» sufrido por las potencias occidentales y el imperialismo japonés, cómo China ha reemergido hasta convertirse en la segunda potencia mundial, casi la primera ya. Yo mismo he participado, modestamente, en esa fantástica transformación, que he podido vivir directamente en los últimos 46 años: China se ha transformado, en una profundidad y extensión, como nunca antes había ocurrido en la historia.

Pero hoy, al cumplirse 75 años de aquel inicio de la nueva emergencia espectacular de China, quiero fijarme en cómo esa transformación ha influido en la transformación del mundo, especialmente desde la política de «reforma y puertas abiertas» impulsada por Deng Xiaoping. Por esa política de «puertas abiertas», mientras desarrollaba la Reforma que transformaba toda la realidad china, el país ha abierto sus puertas al mundo, se ha integrado en él y en el multilateralismo, hacia un futuro compartido, y está influyendo con fuerza en la transformación y el progreso del mundo.

Recordemos la guerra fría EE.UU-URSS, en los años 50-70, las múltiples guerras que provocó, el derroche de vidas y billones de dólares, la carrera armamentística… Recordemos las barbaridades de la guerra de Vietnam y tantas otras.

Mientras tanto, China se levantaba con la bandera del acuerdo y la paz, desde la Conferencia de Bandung, en 1955, y el Movimiento de los alineados, hasta el acuerdo de convivencia pacífica con EE.UU., la recuperación de su puesto en el Consejo de Seguridad de la ONU y su esfuerzo continuado por la coexistencia pacífica y la cooperación internacional.

Recordemos que China, en consecuencia, no ha participado ni amparado ninguna de las casi 100 guerras que han asolado y empobrecido a muchos países, en los últimos 30 años, y continúan hoy, como la salvaje guerra de Ucrania o el genocidio de Palestina, y tantas otras; sólo ha intervenido para poner sus «cascos azules» al servicio de la ONU para la solución de los conflictos, para manifestar sus esfuerzos por la mediación y la paz y para hacer propuestas concretas de negociación, como lo hace en estos días para negociar la paz en Ucrania y en Palestina.

En estos 30 últimos años, China viene tejiendo una red de acuerdos multilaterales de todo tipo, como la Organización de Cooperación de Shanghai, el Acuerdo de Mercado común de Asean y toda Asia Oriental que se extiende hasta Oceanía, la plataforma compartida de los BRICS con los países que ya la conforman y la lista amplia de solicitantes para incorporarse:

Todo ello son como grandes pasos hacia un futuro compartido, contrario al belicismo atlantista Y además, a ello se añaden los innumerables acuerdos de comercio internacional, que hacen a China el primer socio comercial de más de 140 países…

Y, sobre todo, destaca en esta política de puertas abiertas hacia un futuro compartido, el macro proyecto de la Nueva Ruta de la Seda, realmente compartido ya por 153 países, más de 60 Bancos nacionales e internacionales, con 90 Corredores terrestres, marítimos y aéreos, y la conectividad digital, cultural y científica ya generada…

China se ha abierto, en pocos años, a un mundo compartido, de paz y cooperación, frente a las guerras, conflictos y enfrentamientos que siguen asolando a gran parte del mundo, por el empeño y la prepotencia de Occidente y su hegemonismo excluyente, mientras China mantiene su política alternativa de diálogo y negociación, con la estrategia sólida de avanzar hacia un futuro compartido.

Cada día se definen más estas dos alternativas geopolíticas, diferentes y contrarias en sus planteamientos, estrategias y objetivos:

1.-La estrategia de Estados Unidos y sus aliados, de mantener su hegemonismo excluyente, con la fuerza de sus Flotas, bases militares y, sobre todo de su Otan, intentando «contener» a China.

Estrategia a la que se ha adherido la Unión Europea desde su Comisión y su Parlamento, cosa que lamento y rechazo profundamente como europeo. Estrategia que la UE define como «rivalidad sistémica» con China, cuando China no quiere imponer a nadie nada; lo que significa que China no es «rival» de nadie.

Cabría, frente a esta obstinación europea de anclarse en el atlantismo, una vía realista de estrategia multipolar entre Unión Europea, China y Estados Unidos a la que ir sumando a las potencias medias (como Brasil, India, Rusia…y, progresivamente a todos los BRICS). Pero el hegemonismo excluyente de Estados Unidos la veta totalmente

2.-La estrategia de China de avanzar hacia un futuro compartido, apoyada en una gobernanza global compartida, con instituciones adecuadas para ello. Es, en buena parte, la política de «puertas abiertas», que China está plasmando ya con múltiples acuerdos y proyectos multilaterales, como los que hemos citado.

Y lo está haciendo apostando en las relaciones internacionales por el diálogo, el acuerdo y la cooperación y rechazando el conflicto, belicista o no, sin aspiración, ni de lejos, a todo atisbo de superpotencia o hegemonismo.

Todo ello nos lleva a celebrar estos 75 años de la fundación de la República Popular China, como 75 años de progreso en una comunidad de futuro compartido hacia un futuro mejor para todos los pueblos.

*Nota: Las ideas contenidas en las publicaciones de Cátedra China o de terceros son responsabilidad de sus autores, sin que reflejen necesariamente el pensamiento de esta Asociación.