En medio de las tensiones comerciales globales y las amenazas arancelarias por parte de Estados Unidos, la economía china ha demostrado en abril una notable capacidad para mantenerse firme y seguir creciendo. Datos oficiales publicados el 19 de mayo muestran que, a pesar de la incertidumbre externa, indicadores clave como la producción industrial, el consumo interno y el empleo se mantuvieron sólidos, mostrando cómo una combinación acertada de políticas públicas y dinamismo privado puede marcar la diferencia.
Para América Latina, donde muchas economías dependen de la exportación de materias primas y suelen verse muy afectadas por los vaivenes externos, la experiencia china ofrece importantes lecciones.
En primer lugar, la industria china sigue avanzando en su transformación tecnológica. En abril, el valor agregado industrial creció un 6,1 % en términos interanuales, con un aumento del 10 % en la manufactura de alta tecnología. Sectores como la producción de impresoras 3D y robots industriales crecieron más del 50 %, un claro ejemplo de cómo actualizar la base industrial puede ayudar a enfrentar mejor los desafíos del comercio global.
En cuanto al consumo, las ventas minoristas crecieron un 5,1 %, impulsadas por políticas que incentivan a los consumidores a reemplazar electrodomésticos y aparatos electrónicos antiguos. Las ventas de electrodomésticos aumentaron un 38,8 %, reflejando una estrategia de consumo más sostenible y circular.
Además, la agilidad en las políticas públicas ha sido clave para que China navegue con éxito estas aguas turbulentas. El Gobierno aceleró la inversión en infraestructura, que creció un 5,8 %, y canalizó recursos hacia sectores de alta tecnología, mientras el sector privado mantuvo un crecimiento robusto del 6,7 %.
Finalmente, la diversificación del comercio ha permitido a China mantener un crecimiento en sus exportaciones del 9,3 %, con un impulso notable hacia mercados como ASEAN y América Latina. Esto refleja una estrategia para reducir la dependencia de un solo socio comercial, una lección que muchos países latinoamericanos también están aplicando.
Más allá de las cifras, lo más importante es el enfoque de China para adaptarse: una combinación de coordinación estatal y flexibilidad del mercado que le permite resistir y avanzar en un contexto global cada vez más incierto. Para América Latina, la experiencia china no se trata de imitar un modelo, sino de aprender de su capacidad para combinar modernización industrial, estímulo al consumo, políticas públicas ágiles y una apertura comercial más equilibrada. En un mundo cada vez más fragmentado, la resiliencia no es una opción, sino una necesidad.