En un discurso por video durante la Cumbre del Clima de las Naciones Unidas celebrada en Nueva York, el presidente de China, Xi Jinping, ha presentado las nuevas Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional (NDC) de su país y ha delineado su visión para fortalecer la gobernanza climática global.
Xi ha comenzado el discruso recordando que este año marca el décimo aniversario del Acuerdo de París y ha subrayado que el mundo se encuentra en un punto de inflexión crítico para la acción climática. Ante este escenario, ha propuesto tres líneas de acción para impulsar la cooperación internacional.
1. Fortalecer la confianza.
Según Xi, la transición hacia una economía verde y baja en carbono es irreversible, pese a que algunos países aún se resisten a admitirlo. Ha hecho un llamamiento a la comunidad internacional para no desviarse del rumbo, mantener la determinación y actuar con constancia. Ha destacado la necesidad de acelerar la formulación y el cumplimiento de los compromisos climáticos nacionales.
2. Asumir responsabilidades.
El presidente chino ha recalcado la importancia de la equidad, insistiendo en que el derecho al desarrollo de los países del Sur debe ser plenamente respetado. Ha señalado que la transición verde no debe agrandar la brecha entre el Norte y el Sur, sino reducirla. Ha recordado el principio de responsabilidades comunes pero diferenciadas, y ha pidido a los países desarrollados que lideren en la reducción de emisiones y aumenten el apoyo financiero y tecnológico al mundo en desarrollo.
3. Profundizar la cooperación.
Xi ha planteado que es esencial coordinar mejor las tecnologías e industrias verdes a nivel global. Ha propuesto fortalecer la capacidad de producción ecológica y garantizar la circulación libre de productos verdes de calidad, con el objetivo de que el desarrollo sostenible beneficie a todos los países.
Nuevas metas climáticas de China para 2035
Xi ha anunciado una serie de medidas concretas que China se compromete a implementar de aquí a 2035:
– Reducir las emisiones netas de gases de efecto invernadero entre un 7 % y un 10 % respecto a sus niveles máximos.
El Acuerdo de París establece el principio de «responsabilidades comunes pero diferenciadas y capacidades respectivas». Esto significa que todos los países deben contribuir a la lucha contra el cambio climático, pero no de la misma forma ni con la misma intensidad. El objetivo diferenciado es para los países desarrollados y para los países en desarrollo. Los primeros, reconociendo que tienen una mayor responsabilidad histórica por las emisiones que han causado el calentamiento global, deben establecer metas de reducción de emisiones y, además, apoyar a los países en desarrollo con financiación, transferencia de tecnología y desarrollo de capacidades. Los países en desarrollo, por su parte, pueden aumentar temporalmente sus emisiones, siempre que ese crecimiento esté alineado con el objetivo a largo plazo de reducirlas. Tienen menos responsabilidad histórica en la crisis climática, muchos todavía están en proceso de crecimiento económico y reducción de pobreza y necesitan energía para desarrollarse, y en algunos casos todavía dependen de fuentes fósiles por falta de alternativas accesibles. Para ellos se les exije que se fijen un pico de emisiones lo antes posible a partir del cual inicien las reducciones.
En el caso de China, el compromiso en el Acuerdo de París era alcanzar el pico de emisiones en 2030. Este nuevo anuncio en Naciones Unidas establece un nuevo objetivo de emisiones para 2035 ya de reducción del 7% al 10 %.
– Elevar la proporción de combustibles no fósiles a más del 30 % del consumo total de energía.
China busca que más del 30 % de su consumo energético total provenga de fuentes no fósiles, un salto importante considerando que la media global era del 18,5 % en 2023 y del 13,6 % en 2014. Aunque el objetivo es ambicioso, no parte de cero: las energías renovables ya representan casi el 42 % de la generación eléctrica del país, y la expansión de los vehículos eléctricos ha sido explosiva, con millones de unidades vendidas cada año.
Para alcanzar la meta, China deberá seguir acelerando el despliegue de renovables y energía nuclear, reducir su dependencia del carbón, mejorar la eficiencia energética y modernizar su red eléctrica. Hay retos técnicos, como el almacenamiento y la integración de renovables variables, y económicos, como la necesidad de mantener inversiones sostenidas. Sin embargo, el avance en electrificación del transporte y la escala del desarrollo renovable indican que el cambio ya está en marcha.
Si China logra superar el 30 % de energía no fósil en su matriz total, el impacto sobre las emisiones globales sera enorme.
– Multiplicar por más de seis veces la capacidad instalada de energía eólica y solar respecto a 2020, con una meta de 3.600 gigavatios.
En 2024, la capacidad solar instalada ha llegado a 890 millones de kilovatios (890 GW) y la eólica a 520 millones de kilovatios (520 GW), lo que representa casi 1.410 GW combinados, es decir, alrededor del 42 % de la capacidad total del país, que alcanzó 3.350 millones de kilovatios.
Este crecimiento sitúa a China como líder mundial en renovables. Sin embargo, subir hasta los 3.600 GW solo en solar y eólica exigirá triplicar la capacidad actual, lo que implica enormes inversiones en fabricación, redes eléctricas, almacenamiento y gestión inteligente de la demanda.
El reto no es solo instalar paneles y turbinas, sino integrarlos eficientemente en el sistema eléctrico, evitar el desperdicio de energía renovable y asegurar que su crecimiento sustituya efectivamente a los combustibles fósiles.
– Aumentar las reservas forestales a más de 24 mil millones de metros cúbicos.
China ha sido uno de los pocos países que ha logrado revertir la pérdida forestal a gran escala, gracias a políticas de reforestación masiva, restauración de tierras degradadas y prohibiciones de tala en zonas clave. Sin embargo, para aumentar el volumen de reservas necesitará no solo plantar más árboles, sino mejorar también la calidad de los ecosistemas forestales, su biodiversidad y su capacidad de capturar carbono a largo plazo.
El reto es lograr este crecimiento sin comprometer otros objetivos, como la expansión urbana, la seguridad alimentaria o el uso intensivo del suelo.
– Convertir los vehículos de nueva energía en la mayoría de las ventas de autos nuevos.
En la práctica, este objetivo está muy cerca de cumplirse: en 2024, los VNE ya han representado más del 40 % de las ventas de autos nuevos, y en algunas regiones urbanas superan el 50 %. China lidera el mercado global tanto en producción como en consumo de vehículos eléctricos, con marcas como BYD y NIO ganando terreno incluso fuera del país.
Alcanzar la mayoría absoluta consolidará una transformación estructural en la industria automotriz, con implicaciones económicas, ambientales y geopolíticas. También impulsará la demanda de baterías, minerales críticos y una infraestructura de carga robusta.
– Ampliar el mercado nacional de comercio de emisiones de carbono, incluyendo a los sectores más emisores.
Actualmente, el mercado chino de emisiones cubre principalmente el sector eléctrico, pero deja fuera industrias como el acero, el cemento, la petroquímica y el transporte —también grandes responsables de las emisiones del país— limitando su impacto real. Incluir a estos sectores permitirá fijar un precio más amplio y efectivo al carbono, incentivando inversiones en tecnologías limpias y eficiencia energética.
– Establecer una sociedad capaz de adaptarse al cambio climático.
Este objetivo reconoce que la mitigación, por sí sola, ya no basta. Las consecuencias del calentamiento global —como olas de calor extremas, inundaciones, sequías y amenazas a la seguridad alimentaria— ya están presentes y se intensificarán, incluso si se reducen las emisiones.
Adaptarse requiere reformas en la planificación urbana, en la gestión del agua, en los sistemas de salud pública, en la agricultura, en la infraestructura y en la gobernanza climática. Habrá que desarrollar sistemas de alerta temprana y mejorar la educación climática y la resiliencia comunitaria.
Alegato final
Estos objetivos trazan una hoja de ruta ambiciosa y variada hacia una transformación profunda del modelo energético, ambiental y productivo de China. No tratan solo de reducir las emisiones, sino de redefinir la forma en que el país produce, consume y se relaciona con el entorno. Desde la expansión de las energías limpias y de los vehículos eléctricos, hasta el fortalecimiento de los sumideros de carbono y de los mercados de emisiones, China busca consolidarse en la mitigación del cambio climático. Cambio climático que es un reto urgente y prolongado, y ante el que todos los países deben redoblar sus acciones para lograr una convivencia armoniosa entre el ser humano y la naturaleza, preservando el planeta que compartimos.
(Artículo publicado originalmente en China información y economía)