China avanza en la construcción del primer centro de datos espacial

La enorme demanda de computación está llevando a los centros de datos de toda la vida a estar al límite de sus capacidades

China ha dado un paso significativo hacia un nuevo modelo de infraestructura digital al presentar los avances de su proyecto para construir un centro de datos espacial en órbita terrestre baja. El anuncio se realizó durante una conferencia celebrada en Pekín a finales de noviembre de 2025, organizada por la Comisión Municipal de Ciencia y Tecnología de Pekín y el Beijing Astro-Future Institute of Space Technology, y supone uno de los programas tecnológicos más ambiciosos del país en el ámbito de la computación de alto nivel.

Todos lo sabemos ya. La enorme demanda de computación está llevando a los centros de datos de toda la vida a estar al límite de sus capacidades. 

Según la Agencia Internacional de la Energía (IEA), los centros de datos globales consumieron alrededor de 415 TWh en 2024, aproximadamente el 1,5% del consumo eléctrico mundial, y año tras año esta cifra va creciendo. 

La mayor parte de este gasto viene de la refrigeración de los servidores: cuanto más se utilizan, más se calientan y por tanto, para asegurar su funcionamiento se necesita más energía destinada a enfriarlos.

China ya pensó en alternativas como sumergirlos en el océano, pero todo parecía indicar que su próximo objetivo en este sentido sería el espacio.

El proyecto anunciado propone aprovechar las características físicas del entorno espacial para mejorar la eficiencia energética. Aunque el espacio no está «frío» en el sentido tradicional (el vacío no permite una transferencia de calor por convección), los sistemas pueden “explusar” energía (es decir, calor) mediante radiación térmica de forma más efectiva si se diseñan con radiadores adecuados y orientados hacia el espacio profundo. A esto se suma la disponibilidad casi continua de energía solar en órbitas tipo dawn-dusk, donde los satélites reciben iluminación solar constante.

La infraestructura planteada consta de tres subsistemas principales, según las fuentes públicas:

  1. Módulos de computación en órbita, que alojarán clusters de servidores diseñados para operar en condiciones de microgravedad.
  2. Un sistema de transmisión por satélite, encargado de enlazar el procesamiento en órbita con estaciones terrestres.
  3. Centros de control en tierra, responsables de la monitorización, el mantenimiento operativo y la gestión del flujo de datos.

De acuerdo con China Daily y CGTN, ya se ha desarrollado un primer satélite experimental, considerado el precursor de la futura constelación que soportará el centro de datos espacial. Este satélite se encuentra en fase de integración final y su lanzamiento está previsto para finales de 2025 o comienzos de 2026. No se han publicado especificaciones técnicas detalladas sobre su capacidad o su instrumental interno, pero su función declarada es validar tecnologías esenciales: gestión de energía, sistemas térmicos, comunicaciones y estabilidad estructural.

Fases oficiales del proyecto

Si algo caracteriza a China es su maravillosa capacidad de planificación así que las instituciones responsables ya han establecido una hoja de ruta en tres fases:

Fase 1 (2026–2027): demostraciones tecnológicas

  • Lanzamiento de satélites experimentales para validar los sistemas de energía, refrigeración radiativa y comunicaciones.
  • Ensayos de arquitectura modular en órbita.
  • Construcción de la “primera constelación” orientada a experimentación.

Fase 2 (2028–2030): despliegue inicial

  • Ensamblaje en órbita de módulos de computación adicionales.
  • Alcanzar una capacidad energética y operativa comparable, en términos de coste por unidad de computación, a centros de datos terrestres.
  • Puesta en marcha del primer centro de datos espacial funcional, orientado a servicios de observación, análisis y procesamiento intensivo de datos.

Fase 3 (2031–2035): industrialización

  • Producción masiva de satélites de computación.
  • Acoplamiento orbital automatizado para expandir la infraestructura.
  • Construcción de una plataforma de supercomputación espacial a gran escala.
  • Integración con aplicaciones avanzadas, incluida comunicación 6G y análisis geoespacial en tiempo real.

La planificación también incluye un consorcio de 24 organizaciones procedentes de sectores como la industria espacial comercial, la energía, las telecomunicaciones y la inteligencia artificial, alineadas para resolver de forma conjunta los retos técnicos que pueda plantear el proyecto.

Retos técnicos identificados

Aunque el concepto ofrece ventajas potenciales, los informes oficiales y especializados reconocen varios problemas (o retos) críticos:

  • Disipación térmica en vacío: al no existir convección, toda la gestión térmica depende de radiadores de gran superficie y elevada eficiencia.
  • Latencia y ancho de banda: aunque suficiente para aplicaciones de análisis y computación masiva, puede no ser apta para servicios interactivos o de baja latencia.
  • Mantenimiento y reparabilidad: los módulos deben diseñarse para operar de forma autónoma durante años, con mecanismos de acoplamiento orbital para reemplazos o ampliaciones.
  • Costes de lanzamiento y fiabilidad: la viabilidad económica depende de la reducción continua del precio por kilogramo puesto en órbita, un objetivo en el que China está avanzando rápidamente pero que sigue siendo caro.

Si el proyecto progresa según los plazos publicados, China podría convertirse en el primer país en explotar centros de datos en órbita a escala significativa. El enfoque se enmarca en la estrategia de construir una infraestructura espacial de nueva generación, capaz de complementar (ojo, no sustituir) a los centros de datos terrestres y solventar las crecientes limitaciones de consumo energético y disponibilidad de suelo.

Para Pekín, la iniciativa no solo representa una apuesta por la eficiencia computacional sino también un posicionamiento geoestratégico en el terreno de la economía digital global, con aplicaciones en supercomputación, observación terrestre, meteorología avanzada, IA distribuida y comunicaciones emergentes.