China: un liderazgo mundial esperanzador

«No hay esfuerzo que sea fácil. El sacrificio amargo fortalece la determinación audaz, la cual se atreve a transformar el mundo (…)”, estas palabras pronunciadas por Xi Jinping invitan a fijar el accionar de un país en los valores más fundamentales de su pueblo. La ambición tenaz para cumplir las metas ha de ser siempre sustentada en una fuerza de voluntad inquebrantable, solo así, se podrá alcanzar la felicidad de todas las civilizaciones en la aldea global; para ello se de ejercer con responsabilidad y entrega toda acción colectiva en la comunidad internacional, de forma ordenada y disciplinada. 

Este es el camino para convertir los sueños en una realidad, y a su vez, esas realidades deben ser la luz, capaz de guiar la esperanza de lo otros, para que cada pueblo continue su propio camino histórico, en una convergencia en la cual, se logre edificar una comunidad de futuro compartido para la humanidad, esta es la esencia de China como centro y método. 

El sueño chino representa una esperanza al reconocimiento, al respeto y a la dignidad de los pueblos en vías de desarrollo; de ahí, el núcleo gravitacional por un deseo creciente por comprender más y mejor a esta cultura milenaria quien una vez más se presenta para clarificar la realidad: una comunidad global mutuamente interdependiente. Es urgente y necesaria otra forma de entender e impulsar la globalización, centrada en la felicidad colectiva de los pueblos, en armonía con el planeta. Se requiere alcanzar un multilateralismo igualitario y ordenado, una confluencia de civilizaciones, una comunidad con futuro compartido y corresponsable del destino de la humanidad.

En la confianza cultural de China radica su ambición y lucha constante por la excelencia, en el esfuerzo tenaz de dar siempre lo mejor de cada persona, en volver la solidaridad comunal un valor de vida, en su apertura y flexibilidad conductual de aprender lo mejor de las experiencias de otras civilizaciones. Esta confianza cultural ha llevado al pueblo chino a permanecer en el camino de la rectitud, respetando el pasado sin repetirlo, conjugando un espíritu intrépido con una excepcional e inquebrantable fuerza de voluntad que le permite abrazar los desafíos y aceptar los nuevos retos con una inexorable responsabilidad histórica. 

China ha demostrado un compromiso significativo hacia una visión global compartida en sus iniciativas globales de los últimos años. Con la implementación de la Iniciativa de la Franja y la Ruta, lanzada en el año 2013 para fortalecer proyectos orientados hacia la conectividad entre las naciones, y de forma posterior, con las iniciativas de desarrollo, de seguridad y de civilización global. China busca fortalecer las relaciones económicas y comerciales con países de todo el mundo, impulsando la conectividad y la cooperación a través de inversiones en sectores clave, en una compleja ecuación dada por la profundización e integralidad de su proceso de modernización, bajo la disciplina y el liderazgo del Partido Comunista Chino.

Estos esfuerzos promovidos por China asumen un liderazgo transformador en cuestiones globales como el cambio climático, promoviendo activamente la transición hacia fuentes de energía más limpias y la cooperación internacional en materia ambiental. Estos esfuerzos evidencian su voluntad por participar activamente en la comunidad internacional y promover un enfoque cooperativo y colaborativo para abordar los desafíos globales compartidos.

Comprender a China en la nueva era, es abrirse al entendimiento del cómo las normas, valores y afectos se articulan con dinámicas sociales tendientes a revertir desigualdades. Una forma de re-politizar la construcción del mundo desde una visión aspiracional centrada en el ser humano, el respeto y la tolerancia a las civilizaciones. Esta visión, lejos de definir una forma institucional en la cual se deben darse las relaciones en la aldea global, busca desencarnar relaciones de dominación y desigualdad, con una amplia capacidad de elucidar lo desconocido e interrogar lo evidente. 

La prosperidad, la democracia popular, la civilización y la armonía son valores a nivel del Estado. La libertad, la igualdad, la justicia y el Estado de Derecho son valores a nivel de la sociedad. El patriotismo, la dedicación profesional, la sinceridad y la amistad son valores a nivel de los ciudadanos; es por ello, que el objetivo de la educación socialista con particularidades chinas es formar a los constructores y herederos de este socialismo, puesto que en los valores socialistas fundamentales se integran los valores del Estado, la sociedad y de los ciudadanos.

La paz entendida como armonía perpetua exige compartir y mostrar la simpatía, el respeto y la dignidad hacia los otros. Implica sensibilizarse y respetar el dolor y el sufrimiento de los demás, y ser parte de sus alegrías, aspiraciones y sueños. “Es mejor un vecino cercano, que un hermano lejano”. No es posible sentir compasión si antes no se está dispuesto a comprometerse con los demás o con sus necesidades, solo así, se puede forjar una colaboración y cooperación sustentable y duradera. 

Desde la experiencia del sueño chino, la gente florece cuando puede combinar prosperidad material y espiritual con un sentido de pertenencia y estima, ese es uno de los secretos de esta sociedad exitosa. Es fundamental aprender a priorizar los deseos de satisfacción, todo esfuerzo, será estéril si no se hace en el marco de una claridad de los valores sociales. Es así como las ideas y los valores se mezclan para reforzarse mutuamente, afianzando una identidad compartida con un objetivo y una propuesta del cómo lograrlo. Cuando se deja de lado los valores se pierde poco a poco la identidad.

La historia, excepcionalmente se escribe como se vive. La regla ha sido, que las pasiones nublan los avances y sus logros, pero la sedimentación pausada del tiempo termina haciendo justicia a los hechos. De ahí, la importancia del peso de la responsabilidad, de poder dar, uno a uno, pasos firmes siempre del lado correcto de la historia. La tolerancia y la integración de las civilizaciones demanda el reconociendo de la grandeza de los tiempos y la urgencia que demuestran los desafíos imperantes. Nunca olvidar el peso de la responsabilidad, eses es el deber de quien desea emprender gloriosamente el camino hacia la armonía, como punto de encuentro, equilibrio y estabilidad entre las diferencias para una construcción colectiva de las civilizaciones, este es el ascenso de China y su liderazgo mundial.