Juan de Palafox y Mendoza (1600–59) es el eslabón perdido entre los dos pilares novelísticos de Occidente que son Cervantes y Defoe. También es el mayor punto de inflexión entre juristas escolásticos como Mariana y Grocio y teóricos liberales como Jefferson y Tocqueville. Por ende, puede que tengas en tus manos, desocupado lector, la novela más importante de todas. Al menos en la medida en que nuestra defensa de la libertad consiste en el arte de expandir las esferas del individuo, a fin de favorecer, paradójica y orgánicamente, nuestra capacidad de unirnos —como un bosque, un desierto o alta mar—, y así ponerles límites tanto a los bárbaros que nos quieran robar como a los políticos que nos quieran tiranizar. De manera todavía poco conocida, la belleza y el alcance de La conquista de la China (c.1654) aseguraron que el obispo de Puebla y virrey de Nueva España llegará a ser el más influyente de las tres generaciones de escolásticos salmantinos. Aquel reconocimiento vendrá; sólo es cuestión de tiempo.
La edición es un arte por derecho propio y, siendo los autores y los lectores seres humanos, su perfección ha de quedar como imposible. Eso quizás favorablemente, ya que, dado el ascenso actual de la inteligencia artificial, mejor ni pensar en la que se nos viene encima. No obstante, quisimos emitir una nueva y mejorada edición de la alucinante novela del gran Juan de Palafox y Mendoza, a fin de maximizar su lectura, y su relectura. Simplemente creemos que es una joya literaria del Siglo de Oro español —en su fase transatlántica tanto como transpacífica— y que merece mucha más atención. Más allá de que aporta sabiduría y placer, hemos sentido que hay algo presciente en estas páginas, algo inesperado —incluso atrevido— como si un grande de esa primera globalización hispana quisiera comunicar algo acerca de la segunda, la nuestra. Hay rasgos de la posmodernidad prefigurados en la novela del beato navarro: los movimientos políticos, el crimen internacional, las migraciones en masa, la politización de la raza y la sexualidad, la construcción de muros, cárceles y marinas en EE. UU., Hispanoamérica y China, los choques de civilizaciones e incluso la creación de monedas digitales. Creemos que La conquista de la China ha de ser un texto clave en el estudio de las relaciones internacionales a lo hispano.
Juan de Palafox era hijo natural de Jaime Palafox y Mendoza, marqués de Ariza. Abandonado por su progenitor, se ocupó de él un campesino vasallo de la familia hasta que, al cumplir los diez años de edad, fue reconocido por el marqués. Ingresó en el colegio de San Gaudioso de Tarazona (Zaragoza) y, posteriormente, fue alumno de las universidades de Huesca, Alcalá de Henares y Salamanca, por la que se doctoró en leyes. Fue eclesiástico, escritor y administrador colonial español, siendo su función principal la de obispo de Puebla de los Ángeles. En 1642 desempeñó durante unos meses los cargos de virrey y arzobispo de México. En el transcurso de su tiempo en México reformó los estudios universitarios y también reivindicó los intereses comerciales y políticos de los criollos en oposición al sistema tradicional de privilegios y vasallaje defendido tanto por los jesuitas como por los virreyes más afines a la Corona. Se enfrentó en particular con el duque de Escalona y el conde de Salvatierra. Al volver a España (1649) ocupó el obispado de Osma en la década anterior a su muerte en 1659.