Los cuatro ojos de Cang Jie

En la fotografía de izquierda a derecha: profesor Zhang Lijun, Marta de la Torre, Cece y Sergio Torrano.

Con el inicio de la primavera, la llegada del agua de lluvia, el despertar de los insectos, y tras el equinoccio de primavera y el aumento de temperaturas con la claridad pura, llegan las lluvias necesarias para que germinen los granos. Este momento, marcado como el sexto término solar, se denomina 谷雨 (Gǔyǔ) y es parte de la leyenda de Cang Jie.

Cang Jie destaca por sus cuatro ojos y por la invención de un nuevo método de escritura. Este ser mitológico formó parte del funcionariado de Huangdi (“Emperador Amarillo”) que comenzó a gobernar hacia el año 2.737 a.C. y que estableció los principios básicos de gobierno a los que rendiría culto la dinastía Han.

Como podrá imaginar el lector, tanto si estudia chino como si no, inventar caracteres en aquella época tuvo que ser una ardua tarea. Tanto es así que – oh, vaya – multitud de granos cayeron del cielo, como si fuera lluvia, dando lugar a Gǔyǔ.

Mitologías aparte, la fecha de este término solar y su intrincada historia con Cang Jie dieron lugar a que el 20 de abril de cada año se celebre el Día Internacional de la Lengua China, establecido por las Naciones Unidas en el año 2010.

Este año 2025, siguiendo la tradición de jornadas pasadas, el Centro Cultural de China y el Instituto Confucio de Madrid organizaron multitud de actividades culturales durante la semana del 21 de abril, para terminar con una jornada llena de aprendizaje y entretenimiento el pasado sábado 26 de abril.

Mención especial merece el profesor Zhang Lijun de la Universidad de Estudios Internacionales de Shanghai y su equipo. A lo largo de varias charlas y talleres, enseñaron a los asistentes diferentes técnicas artesanales chinas, así como las travesías que se gestaron hasta llegar a España y la posterior fusión con nuestra tradición artística.

Un ejemplo de travesía fue la llegada de la tela nankín a España, concretamente a la ciudad menorquina de Mahón. Esta tela, originariamente china fabricada en la ciudad que lleva su nombre, se realizaba a partir de un tipo de algodón amarillento. Ya hablaba de ella Vicente Blasco Ibáñez en sus memorias sobre China, y hasta Víctor Hugo la menciona en su inmortal Los Miserables. Posteriormente pasó a fabricarse en Mahón, de ahí que el tejido fuera conocido también por el nombre de dicha ciudad.

Vivimos rodeados de historias desconocidas, como nos es desconocida esta jeroglífica, hermosa y compleja aunque a veces sencilla lengua que es el chino. Aprovechemos este Día Internacional de la Lengua China para celebrar nuestras similitudes, y sobre todo, nuestras diferencias.

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