Por una serie de razones y en base a diversos parámetros, como los niveles de población, el territorio abarcado, la extensión de la lengua a escala planetaria o su rica cultura, podemos considerar que el mundo hispánico y el chino son dos civilizaciones importantes del siglo XXI.
Evidentemente ambas pueden cooperar -y de hecho lo hacen- en beneficio mutuo, si bien por su historia, nivel económico, características de sus sociedades y su situación en el tablero internacional, sus metas de desarrollo y valores sociales no coinciden.
En el recientemente IV Foro de Partidos Políticos China – CELAC, celebrado en Beijing, los representantes de los principales partidos políticos han debatido sus agendas y prioridades. Lamentablemente, no han hecho ningún acto de contrición sobre sus errores y han omitido transmitir en su comunicado final la corrupción existente dentro de los propios partidos políticos a escala mundial.
No hace falta ser un líder político ni poseer un grado universitario para distinguir el bien del mal. Tanto en oriente como en occidente sabe el pueblo soberano distinguir entre el bien y el mal y es consciente que mentir, robar o matar es un delito. Por el bien de todos, es preciso que los políticos empiecen a actuar de manera honrada, digna y decente, tal como se suele enseñar a los niños en las escuelas.
La evolución del concepto de civilización
Entre los cientos de civilizaciones antiguas, se consideran como las más destacadas las que existieron en Mesopotamia, el valle del Indo, Persia y China, así como las antiguas de Egipto, Grecia y Roma, que –junto a la fenicia- tanto conformaron el occidente actual.
Samuel Huntington, considera que ocho civilizaciones principales cohabitan en el mundo: occidental, confuciana, japonesa, islámica, hinduista, eslava-ortodoxa, latinoamericana y africana.
La civilización china
Nadie pone en duda que el Imperio del Centro es una gran civilización, con una larga historia que se remonta al menos hasta el año 3.000 A.C. Su territorio se extiende al este de Asia, siendo su población superior a 1.400 millones de habitantes.
La lengua principal es el chino de la etnia han, si bien 123 millones de chinos hablan otras lenguas y en varios países también lo utilizan. Posee esta civilización una tradición filosófica muy rica, cuyo impacto en la cultura, gobierno y en la vida cotidiana de China es enorme. Su escritura, basada en ideogramas ha sido considerada como la forma suprema del arte visual. Su desarrollo cultural, científico y político a lo largo de los siglos ha destacado por su calidad. Aún sigue considerándose a China como el Imperio del Centro, un papel que, como durante muchos siglos atrás- desea seguir ejerciendo, sobre todo cuando se concluya la Nueva Ruta de la Seda y la estructura política de los BRICS+ esté más consolidada.
Definición de la Hispanidad
Entendemos por hispanidad a la comunidad de pueblos hispanohablantes unidos por su lengua, cultura e historia común, siendo la lengua el idioma romance originario de la península ibérica, la cual evolucionó al castellano y al español al internacionalizarse. El español es hablado por cientos de millones de personas en el mundo, principalmente en América y en España.
La cultura hispana se basa en el conjunto de tradiciones, costumbres y expresiones artísticas de los países hispanohablantes. La historia común es un sentimiento de pertenencia a esta cultura mestiza nacida hace unos cinco siglos, tras el descubrimiento de América en 1492.
Más de 600 millones de personas hablan actualmente el español como lengua nativa en el mundo, de ellos unos 550 millones en América (el 92%). Otros cien millones lo departen como segunda lengua o son estudiantes de la misma. Sin embargo, cuando se conversa sobre geopolítica, raramente se mira hacia la Hispanidad como una unidad política, sino que se considera su espacio como una de las principales civilizaciones del mundo situada en América, cuando en realidad su espacio geográfico y cultural es bastante más amplio, al estar presente en Europa y en África. Se estima que aproximadamente un millón de filipinos hablan también el español.
El español se utiliza principalmente en Hispanoamérica, en donde es la lengua oficial en 21 países. Si bien en los EE.UU. no es el idioma oficial, se estima que en dicho país pueda haber entre 50 y 60 millones de hispanohablantes, de los cuales, unos 45 millones se comunican en español en sus hogares. También se habla español en España, lengua sustituta del latín -con más de mil años de historia- y en la República Saharaui Democrática, un territorio ocupado por Marruecos; así como en Guinea Ecuatorial, un país con menos de dos millones de habitantes.
Las prioridades chinas para mediados del siglo XXI
Las metasdel Gran Dragón para el año 2049, año del centenario de la República Popular China, fueron claramente definidas en el XX Congreso del Partido Comunista Chino, celebrado en octubre de 2022:
La construcción de un país socialista moderno, próspero, democrático, civilizado, armonioso y hermoso y la materialización del sueño de la gran revitalización de la nación china para el centenario de la República Popular China en 2049.
En teoría y en términos generales cualquier persona podría estar muy bien de acuerdo con las aspiraciones de la clase dirigente del Partido Comunista Chino, pues a primera vista éstas son intachables. Indudablemente, otras civilizaciones actuales de las nombradas por Samuel Huntington, podrían estar de acuerdo con este planteamiento y plantearse las mismas metas. Sin embargo, está claro que las grandes civilizaciones del planeta se enfrentan a realidades muy distintas y por tanto tienen aspiraciones muy diferentes de las anunciadas por la República Popular China.
¿Cuáles son las metas hispanas a alcanzar a mediados del siglo XXI?
Digamos que, entre los retos hispanos a alcanzar hacia 2050 debieran estar el erradicar la pobreza, mejorar los programas de educación para ser más competitivos, reducir los niveles de violencia, reforzar las instituciones con el fin de luchar contra el desempleo o el hampa o la delincuencia, así como estudiar en detalle los movimientos migratorios, con el objetivo de regularlos para evitar la despoblación y la pobreza en amplias zonas del continente americano.
A nivel internacional, se echa en falta una amplia alianza entre los países hispanohablantes, los cuales -solamente unidos y bien coordenados- podrían tener una fuerza suficiente para poder dialogar a nivel de civilizaciones con otras potencias del mundo, como India, China, Rusia o los EE.UU.
Desde luego, la visión de la Hispanidad no consiste en dominar al mundo, pero tampoco debiera de conformarse ésta con ir en ese rebaño de civilizaciones sumisas que avanzan hacia donde les indica el pastor. Desafortunadamente, la ambición hispana se ha instalado en el conformismo y le basta con confiar en que en el futuro no irá a peor.
Por supuesto que se dan grandes disparidades entre las naciones hispánicas, pero también en la Unión Europea los miembros del club son de lo más variados. No olvidemos que en Europa solamente seis naciones firmaron el Tratado de Roma inicialmente y actualmente hay 27 países miembros. Por otra parte, España lleva ya cuarenta años dentro de la Unión Europea. Montar una unidad de inteligencia para iniciar ese camino hacia la unidad hispanoamericana parece no solamente necesaria, sino urgente.
Aprovechemos las oportunidades cuando pasen por delante
La Hispanidad tiene no solamente territorios en el Caribe, Centroamérica y Sudamérica, sino que está presente en Norteamérica con nada menos que unos 185 millones de personas y en Europa -en donde se encuentra España- con una población superior a 48 millones de habitantes.
Es decir, los hispanohablantes han forjado una comunidad en occidente, cuya lengua común, el español, lo hablan entre 500 y 600 millones de seres, de los cuales más de cien millones viven en EE.UU. y Europa.
El español es esencial para la comunicación entre profesionales, académicos y las personas. Es una valiosa herramienta comercial y jurídica y es de gran influencia en la economía, la diplomacia, los negocios y la cultura global.
Desafortunadamente, no tiene el peso que debiera porque hasta los propios nativos que la usan como vehículo principal de comunicación la tienen infravalorada.
Chino- e hispanoparlantes debieran debatir a fondo el futuro de sus lenguas, pues son un bien precioso y fundamental de sus culturas y personalidad.
¿Pueden la República Popular China y la Hispanidad cooperar en beneficio mutuo?
¡Ya lo está haciendo! Desde hace décadas está el grandioso Celeste Imperio cooperando con multitud de países de habla hispana. Sus iniciativas buscan fortalecer no solamente los lazos económicos y financieros, sino también los sociales y culturales.
Diversos organismos intergubernamentales persiguen a nivel regional la integración y el desarrollo de las naciones, así como facilitan las negociaciones con otros bloques.
En el campo de las inversiones y el comercio, China se ha convertido en el segundo socio comercial de Hispanoamérica, por delante de la Unión Europea. El 60% de las exportaciones a China -provenientes de América Latina y el Caribe (ALC)- proceden de Brasil y Chile. Otros socios comerciales principales son México, Argentina y Venezuela.
En la cooperación cultural y educativa, el Imperio del Centro ha establecido intercambios académicos y facilitado la enseñanza del chino mediante la apertura de centros culturales, los institutos Confucio. Diversos organismos intergubernamentales persiguen a nivel regional la integración y desarrollo de las naciones, así como facilita las negociaciones con otros bloques.
Mediante la cooperación política y multilateral, se está promoviendo el diálogo en áreas como la tecnología o las infraestructuras, a través de organismos como la CEPAL y la CELAC. En diversos foros internacionales, ambos bloques coinciden frecuentemente en sus posiciones y temas de interés común.
Indudablemente, habría que diseñar un plan estratégico para fortalecer las vías de diálogo entre ambas partes y en ambas direcciones, sin perder de vista que la sociedad hispana es parte del mundo occidental, lo cual no supone un impedimento, sino una oportunidad para un mayor intercambio triangular de ideas y mercancías en beneficio mutuo.
La Comisión Económica para América Latina y el Caribe, (CEPAL, fundada en 1948). se centra en la cooperación y en dar asistencia técnica, para facilitar el desarrollo económico y social de los estados miembros. Por su parte, China promueve el intercambio comercial, la modernización de las infraestructuras, la cooperación tecnológica y frecuentemente aporta financiación externa. El intercambio comercial bilateral entre ambos socios se acercó en 2022 a 500.000 millones de dólares. Se estima que hay identificados en la cartera de la Nueva Ruta de la Seda unos 200 megaproyectos por más de 100.000 millones de dólares, algunos de los cuales se realizarán en Hispanoamérica.
La Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC, fundada en 2010) apoya la unidad e integración de sus 33 estados miembros, así como pretende una mejor inserción de la región en el ámbito internacional.
Por otra parte, los BRICS+ -cuyo fin es fortalecer la paz, la seguridad y el desarrollo- han aceptado en la XVI cumbre de Kazán, celebrada entre el 22 al 24 de octubre de 2024, a Cuba y Bolivia como nuevos países candidatos entre los 13 miembros a asociarse. Brasil es miembro fundador, Argentina declinó incorporarse a formar parte de los BRICS+ y tanto Venezuela como Nicaragua no fueron aceptados a adherirse al grupo.
Harían bien los miembros del grupo BRICS+ en dejar claro que países corruptos y con regímenes dictatoriales debieran ser excluidos de esa familia del sur global que debe trabajar por un mundo justo, igualitario y mejor.
El Mercado Común del Sur (Mercosur – 1991), tiene como finalidad propiciar un espacio común entre sus miembros para facilitar la integración de las economías nacionales al mercado internacional. Sin embargo, a causa de Paraguay, no se termina de concretar un acuerdo de libre comercio entre Mercosur y China. Los miembros de Mercosur temen asimismo una desindustrialización de sus economías y un estancamiento salarial si la región se abre más al comercio con China.
En la OEA, un Grupo de Trabajo Conjunto de Cumbres coordina las políticas y programas de desarrollo. En la IX Cumbre de las Américas el presidente de los EE.UU. decidió la expulsión de la participación de los presidentes de Venezuela, Cuba y Nicaragua, por considerarlos dictadores. Uno de los fines de la OEA es avanzar en materia de gobernabilidad democrática, derechos humanos, seguridad y desarrollo sostenible.
China es observador permanente en la OEA y contribuye a los intercambios y al dialogo entre los pueblos del hemisferio occidental. Esta institución está siendo criticada por su falta de acción para asegurar la libertad de expresión, el derecho a la protesta o la participación de la sociedad civil en asuntos públicos. La actual severa crisis democrática de Venezuela es un ejemplo claro de lo que los estados miembros de la OEA no debieran hacer: ante regímenes dictatoriales, mirar para otro lado, pues no estamos en el Siglo de las Luces, cuando los monarcas tenían un poder omnímodo.
Tanto Argentina, México y Brasil, como la R.P. China son miembros del G-20 (1999). Dicha institución tiene fines diferentes a Naciones Unidas y no pretende reemplazar a la Asamblea General de la ONU.
En resumen, la lista de entidades supranacionales en donde la República Popular China participa junto con los países hispanos es extensa y hay multitud de áreas en donde la colaboración puede ser beneficiosa para ambas partes, pero no a base de lavarse los estados las manos cuando algunos regímenes políticos actúan contra sus ciudadanos. La idea del gobierno chino de “no intervenir en los asuntos internos de otros países” no siempre debe de considerarse como la más adecuada, sobre todo cuando vemos cómo narco dictaduras aplastan a la población civil, sin ni siquiera haber sido elegidas en las elecciones generales.
Aparte de definir sus metas, estas instituciones supranacionales se plantean cómo alcanzarlas. Caben centenas de futuros posibles, mas sea como fuere, las naciones debieran apoyar la consolidación de las democracias y respetar -dentro de su ámbito de influencia- la protección de los derechos humanos fundamentales reconocidos internacionalmente.
El IV Foro de Partidos Políticos China-CELAC
El 3 de diciembre de 2024 tuvo lugar en Beijing un Foro de Partidos Políticos, en donde estuvieron representados en torno a una centena. En el encuentro se planteó la construcción de una Comunidad de Futuro Compartido China-América Latina y el Caribe. Asimismo, se planteó la iniciativa de Civilización Global, en un mundo abierto, inclusivo, limpio, hermoso, de paz duradera, seguridad universal y prosperidad común.
Se abogó por la gobernanza global, los beneficios compartidos, la paz, el desarrollo conjunto, la equidad, la justicia, la democracia y la libertad.
Como era de prever, parte del debate se centró en la gobernanza del Partido y el Estado, siendo la base de las relaciones el respeto mutuo y el aprendizaje recíproco, en aras de la igualdad, el beneficio mutuo y el desarrollo común.
Hasta aquí, la nota de prensa parecía impecable, mas se planteó en la misma que los partidos políticos “son las fuerzas que conducen el proceso de modernización nacional y se propugnó elevar la capacidad de gobierno”.
La nota de prensa sobre el consenso alcanzado en el Foro de Partidos Políticos no mencionó el alto grado de corrupción existente dentro de los partidos políticos. Lamentablemente, la corrupción no es sólo un problema local o nacional, sino también un problema regional e internacional, en cualquier caso, se trata de un modus operandi devastador para nuestra sociedad. Varias organizaciones internacionales han creado instrumentos para combatir la corrupción a nivel mundial y no hubiera estado de más abordar firmemente este asunto, el cual esperemos sea acometido con verdadero ímpetu en foros venideros.
En la mayoría de los gobiernos, la corrupción política se ha convertido en una pesada lacra y cada nación debiera crear un programa nacional, con características propias, para una reducción –cuando no la eliminación total- de esta grave carcoma social. Dada la situación actual en muchos países de oriente y occidente, éstos debieran crear un ministerio para la lucha contra la corrupción existente entre la clase política y reforzar la independencia y los medios de las instituciones judiciales.
Todos los estados debieran firmar un gran pacto para expulsar de las instituciones multilaterales a cualquier partido y gobierno que no respete el resultado de las votaciones electorales, los derechos humanos o se vieran inmersos en actividades corruptas, como es el caso de la narco-dictadura venezolana en estos momentos.
Hacia un mundo en paz, pero antes reflexionemos un poco más
Queda mucho, muchísimo por hacer. Tanto el Imperio del Centro como la Hispanidad deben de plantearse en dónde quisieran situarse a escala global en el concierto de las civilizaciones del mundo. Seguramente, si trabajan bien, de manera coordenada y disciplinada, podrán ambas civilizaciones mejorar mucho su situación y relaciones mutuas, más eso depende en gran parte del comportamiento ético de sus ciudadanos, así como de los políticos y de los gobernantes que los representan.
Visto el tono agresivo de la política internacional en 2024, previsiblemente serán muchas las encrucijadas difíciles de sortear en el segundo cuarto del siglo XXI. En este sentido, la comunidad hispánica debiera reforzar sus vínculos y al mismo tiempo tender más puentes de amistad hacia las grandes potencias mundiales.
China, Europa o los EE.UU. no tienen por qué ser un impedimento para la paz mundial o para llegar a vivir en armonía en este Planeta Azul, sino más bien, todo lo contrario. Seamos amigos, entendámonos y repartamos los beneficios de nuestro buen hacer entre los socios. Mas seamos escépticos ante frases tan lapidarias como: “los partidos políticos constituyen fuerzas importantes que conducen e impulsan el proceso de la modernización nacional”. Estos mismos políticos debieran mas bien haber escrito: “es nuestra meta desarrollar instituciones inclusivas” o “nuestra meta es sentarnos a negociar en una mesa y abandonar el belicismo”.
El IV Foro China-CELAC propuso elevar la capacidad de gobierno, sin acotarlo en ninguna de sus peligrosas derivas. Basta mirar a la historia para darse cuenta de las grandes desgracias que nos han traído los políticos en el siglo XX. Además de grandes conflictos bélicos, naciones como China han padecido hambrunas y en otras, como Cuba, el partido político en el gobierno ha eliminado a la oposición, acabado con la libertad de expresión o ha sometido al poder judicial.
Está claro que, tanto los vientos políticos del este como del oeste están causando incesantemente graves daños a los ciudadanos. La larga historia de sanciones, sabotajes, golpes de estado, invasiones o bombardeos de naciones como Estados Unidos o Israel dejan bien claro que hace falta una autoridad supranacional más fuerte que Naciones Unidas, la cual carece de medios económicos y militares, así como del reconocimiento a la hora dirimir las diferencias entre las casi doscientas naciones que componen el mapa político universal.
Sin el uso de la fuerza por los políticos de los EE.UU. Japón no hubiera sido sometida con bombas atómicas, ni el presidente de Chile hubiera sido asesinado.
Nada de estos asuntos críticos se comentan en el resumen de los debates del Foro de Partidos Políticos de Beijing de 2024. Va siendo hora que los partidos políticos sean menos arrogantes y que expresen los mecanismos que debieran existir para vigilar sus excesos de poder, malversaciones de fondos, prevaricaciones, arrogancia en sus manifestaciones y demás corruptelas.
Debieran haber expresado que lo que habría que elevar, no es tanto la capacidad de los gobiernos -entendidos como poder ejecutivo-, sino el fortalecer a otras instituciones del estado como contrapeso al poder que otorga al legislativo el pueblo soberano.
Los diálogos entre partidos de distintas naciones, así como los intergubernamentales, harían bien en centrarse en reforzar la capacidad de la Corte Penal Internacional. Todo acto de genocidio, provenga del norte o del sur del planeta, debiera no solamente ser condenado, sino también juzgado. Esta reflexión es particularmente relevante para Israel, los hispanos y los países africanos, aunque no son las únicas civilizaciones que han padecido esta barbarie.
Los conflictos se ganan convenciendo y ganando los corazones y no a base de matar a los que piensan distinto. Los partidos políticos asistentes al foro debieron de hablar de prestar un respeto ejemplar al derecho y a las leyes internacionales, que tantas veces ignoran, pues no hay mayor pecado que el crimen.
Para cambiar el actual modelo global -que inevitablemente conduce a la guerra- será preciso centrarse en desarrollar un modelo de cooperación internacional. No es una meta imposible de conseguir, pues hoy en día cada vez menos gente fuma, nadie acepta la esclavitud o se declara públicamente racista. Por tanto, mediante la persuasión se puede acabar con la violencia política.
Estos partidos que reclaman más poder debieran hablar más de cómo acabar con el crimen organizado. Tanto en China como en la Hispanidad hay mafias en ámbitos como la droga, la migración ilegal, la venta de armas o el tráfico ilegal de seres humanos. La población civil debiera exigir más transparencia en los tratados internacionales que se firman y en cómo éstos son luego aplicados. Evidentemente, para eso necesario formar a los jóvenes y darles una educación ética.
Los partidos políticos debieran haber debatido cuánto se está gastando para ir a la guerra y cuánto para ir a la paz. Hace falta desarrollar un modelo nuevo, en donde los abusos de ciertos gobiernos sean resueltos a nivel global y no dejando el tema en una simple condena.
Como señaló Emmanuel Kant, fomentemos la paz mediante el comercio y aprendamos a respetar la doctrina del imperativo categórico. Trabajemos por un entendimiento global y tratemos a las personas como un fin y no como un medio. Hay unos imperativos fundamentales a nivel de individuo, como son la buena voluntad, el desarrollo humano y de la familia, la fraternidad y el buen comportamiento. Trabajemos asimismo a nivel colectivo por la estabilidad política basada en instituciones sólidas y honestas. Y si hubiera diferencias, resolvámoslas pacíficamente.