Este mes de julio está siendo prolífico en encuestas sobre la opinión pública en torno a Estados Unidos y China.
La última publicada ha sido la del Pew Research Center, con sede en Washington D. C., que es uno de los centros de estudios más influyentes del mundo occidental en el campo de la opinión pública internacional. Reconocido por el alcance global de sus encuestas, sus informes son habitualmente citados por gobiernos, diplomáticos y medios de comunicación. Sin embargo, al estar financiado y operado desde Estados Unidos, no puede evitar un sesgo proamericano en la selección de preguntas, la interpretación de resultados y el enfoque general de sus estudios comparativos. A pesar de ello, sus datos siguen siendo una herramienta valiosa para identificar tendencias y contrastes en la opinión global sobre las grandes potencias. La edición de julio de 2025, centrada en la imagen internacional de Estados Unidos y China, es un buen ejemplo: por primera vez en años, la percepción de China mejora de forma importante, mientras que la de Estados Unidos sufre un retroceso claro, incluso en países tradicionalmente alineados con Occidente.
La encuesta global publicada el 15 de julio de 2025 por el Pew Research Center, y citada por numerosas agencias, Bloomberg, AP News, etc., marca un punto de inflexión en cómo la opinión pública internacional percibe a Estados Unidos y China en un momento en que se recrudece la guerra comercial y tecnológica lanzada por Estados Unidos. En los países ricos, la opinión favorable hacia China ha alcanzado el 32 %, su mejor registro en seis años, mientras que la de Estados Unidos ha caído al 35 %, el nivel más bajo desde la llegada de Donald Trump a la presidencia en 2017. Este giro no es casual y refleja un cambio real en cómo la población de los países desarrollados perciben el comportamiento de cada país y su aportación a la cooperación y la estabilidad mundial. Y este giro de la opinión pública es aún mayor en los países en desarrollo.
A nivel general y analizando la opinión pública de cada país, en 7 naciones la mayoría tiene una visión más positiva de China; en 8, Estados Unidos conserva ventaja; y en el resto, el resultado está prácticamente empatado. Esto representa un avance significativo para China, que en la última década ha tenido que hacer frente a fuertes campañas de desprestigio desde Washington y Occidente. La mejora es el resultado de una presencia permanente de China proyectando una política exterior positiva, centrada en la cooperación económica, la infraestructura, la salud pública y el respeto por la soberanía de los países socios.
Los datos por país refuerzan esta tendencia. En México, por ejemplo, un 56 % tiene una visión favorable de China, frente a apenas un 29 % para Estados Unidos. En Sudáfrica y Kenia, la mayoría también prefiere a China, reflejando cómo China ha sido un socio clave para el desarrollo de África sin imponer condiciones políticas, mientras que EE. UU. ha retrocedido su presencia. En Indonesia, Turquía, Grecia y España, la opinión favorable hacia China ha superado o igualado a la de EE. UU., reflejando la creciente influencia de Beijing no sólo como operador económico, sino como alternativa política frente a la inestabilidad y la polarización de Occidente.
En cuanto a liderazgo global, los resultados también benefician a China. Mientras la confianza en Donald Trump se desploma en los países desarrollados (sólo un 24 % confía en él, frente al 53 % que logró Joe Biden el año anterior), la confianza en Xi Jinping ha mejorado, subiendo del 17 % al 22 %. Aunque ninguna de las dos cifras es alta, el dato relevante es que ambos líderes están ahora en niveles similares, lo cual representa un cambio sustancial respecto a años anteriores, cuando la figura de Xi ha estado siendo muy vilipendiada en Occidente. En los países en desarrollo la confianza en Xi alcanza cotas superiores (en Kenia y Nigeria el 66 %, en Indonesia el 53 %, en Sudáfrica, Brasil, México, Argentina y Turquía sube respecto a 2024 sin alcanzar el 50 %).
En Europa Occidental, el malestar con el regreso de Trump es evidente. Alemania, Francia, Reino Unido y los Países Bajos muestran una confianza muy baja en EE. UU., similar a la desconfianza hacia China. Sin embargo, mientras la imagen de Trump cae en picado, la percepción de China mejora ligeramente o se mantiene estable. En países del sur de Europa, como España y Grecia, la tendencia es más favorable aún.
En Medio Oriente, América Latina y Asia emergente, el contraste es aún más nítido (salvando el caso de Israel con un 83 % de opinión favorable a EE.UU. tras su apoyo al genocidio). En Brasil, Argentina y otros países latinoamericanos, la imagen de China ha mejorado, especialmente en sectores que valoran su papel en el comercio, la tecnología y la infraestructura. En Asia, donde las relaciones con China son más cercanas y cotidianas, Beijing gana terreno frente a un Estados Unidos que aparece cada vez más volátil y hostil en su política exterior.
La percepción del poder económico también se ha nivelado: un 41 % considera a China la principal potencia económica global, frente a un 39 % que menciona a EE. UU. Esta inversión respecto al año anterior refuerza una idea clave: el ascenso de China ya no es una entelequia futura, sino una realidad reconocida en muchas partes del mundo. A pesar de que en 19 de los 24 países encuestados la mayoría aún prefiere vínculos económicos con EE. UU., esa ventaja se ha reducido. La brecha seguramente no es estructural, sino generacional: una nueva generación de políticos, empresarios y ciudadanos comienza a ver en China un socio en quien se puede confiar, que no toma decisiones por motivos ideológicos y que está orientado a los resultados.
El deterioro de la imagen de Estados Unidos y de Trump está marcado por el aislacionismo, los recortes en la ayuda internacional, las guerras comerciales y el desprecio por los organismos multilaterales y ha terminado dañando la credibilidad de Washington a nivel global. En contraste, China está manteniendo un enfoque positivo, predecible y constructivo, y es vista por la opinión pública global como defensora del multilateralismo, del desarrollo inclusivo y del respeto por las especificidades de cada país.
Esta encuesta de julio de 2025, del Pew Research Center, muestra que el mundo está cambiando su manera de ver a China. La narrativa dominante durante años -que ha estado asociando a China casi exclusivamente con un discurso sistemáticamente negativo- está dando paso a una visión más matizada, en la que la opinión pública valora su consistencia, su contribución al desarrollo global y su capacidad para ofrecer un modelo alternativo. Mientras Estados Unidos se halla ante una crisis de confianza provocada por su propio presidente, China avanza, paso a paso, consolidando una imagen más favorable, más seria y, sobre todo, más confiable. El futuro pacífico de la humanidad va a depender, en gran medida, de que se consolide un orden internacional basado en la cooperación, el respeto mutuo y el equilibrio de poder. En ese contexto, las tesis multilateralistas que China impulsa -centradas en la no injerencia, el desarrollo compartido y el diálogo Sur-Sur- ofrecen una alternativa viable y necesaria frente al agotamiento del modelo unipolar impuesto por Estados Unidos. El auge del Sur Global, con China como motor económico, diplomático y simbólico, marca el comienzo de una nueva etapa en la historia mundial: una en la que ningún país podrá imponer unilateralmente sus intereses imperialistas. Para mantener su relevancia y no quedar aislado, Estados Unidos deberá adaptarse a esta realidad emergente, abandonar sus actitudes imperialistas del último siglo y aceptar que el orden mundial del futuro será compartido, plural y construido desde el consenso.
(Artículo publicado originalmente en China información y economía)